El escepticismo y la ironía, o el tremendo tsunami de la parodia encuentran zonas ricas en el arte de nuestro tiempo. Hasta cansarse, hasta cansar sus procedimientos, corriendo la orilla de un océano que no deja en tierra casi nada. Casi nada, salvo los pequeños momentos íntimos de cada vida que vuelven a alzarse como el último bastión de sentido que tenemos, y que pueden vivir, islotes de un archipiélago desperdigado, adentro del laberinto donde alzamos, no un país, sino nuestra casa…
Diana Bellesi
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