Crece apenas se hace agosto, tira gajos de un verde claro brillante que se agarran con espinas y raicillas al jazmín vecino, a la pared medianera, al suelo poco soleado y barroso. Tipo septiembre se abre en florcitas blancas que cuento para saber cuàntos frutitos inicialmente verdosos se redondearán en octubre para colorearse en noviembre hasta oscurecerse con el violeta sanguinoliento de la madurez.
El sàbado me comí las primeras tres. Domingo otras tres. Y así. Hoy cinco.
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