El podcast, la radio reinventada
Al desarrollar nuevas modalidades de documentos sonoros, el podcast ha hecho algo más que dar renovado aliento a la radio. En pocos años, la ha reinventado, al tiempo que le ha permitido forjar vínculos más estrechos con los oyentes.
Siobhan McHugh
Más que cualquier otro medio de comunicación, la radio permite establecer un contexto de intimidad con el usuario. Ya en el decenio de 1930, el Presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt lo comprendió; fue él quien creó las “charlas junto al fuego”. Pero desde hace algunos años, el auge del podcast ha permitido renovar la relación entre el animador y su audiencia.
Por un lado, porque los oyentes escuchan los podcasts en privado, habitualmente con un casco o con audífonos, lo que permite que la voz del locutor le hable “directamente al oído”. Por el otro, porque es un medio de comunicación que los usuarios han escogido. A diferencia de la radio, donde el locutor debe luchar contra la tentación del oyente de pasar a otra cosa, el animador del podcast tiene la seguridad de que el oyente quiere escucharlo. Eso le permite relajarse y ser sincero, y a su público le facilita la identificación con el locutor. Algunos oyentes comparan el descubrimiento de un nuevo podcast con una nueva amistad, lo cual, habida cuenta de que hay unos 700.000 podcasts disponibles en iTunes, la mayor plataforma del sector, representa un número de amigos considerable.
La creación del podcast se remonta a 2004; por entonces era simplemente una innovación tecnológica que facilitaba a las emisoras de radio la difusión de sus programas en diferido. Las estaciones podían publicar los podcasts en Internet y los oyentes podían descargarlos a su conveniencia. La palabra “podcast”, inventada por el periodista del diario The Guardian Ben Hammersley, es la contracción de “iPod” (el lector portátil creado por la empresa estadounidense Apple que permitió a los usuarios descargar ficheros de audio) y de “broadcast” (difusión, en inglés), reflejó cabalmente ambas características.
Una manera inédita de utilizar el poder de la voz
Dos cambios, uno tecnológico y otro cultural, serán determinantes en el auge del podcast. En 2012, Apple incorporó a su teléfono inteligente una aplicación de podcasts originales que permite que los radioyentes accedan a sus programas favoritos. En 2014, un equipo de radio independiente de Estados Unidos lanzó el programa Serial, una emisión en línea de periodismo de investigación.
Por su parte, en Serial se ofrecía por entonces a los oyentes el relato fascinante de una investigación independiente sobre la muerte de Hae Min Lee, una estudiante de secundaria asesinada en Baltimore (Estados Unidos), en 1999. En 2000, el exnovio de la víctima, Adnan Syed, fue condenado por el crimen y cumple cadena perpetua.
Pero Sarah Koenig, la creadora del podcast, quien se había entrevistado largo rato con el condenado por teléfono, tenía dudas acerca de su culpa. A lo largo de doce episodios se le pudo oír desgranar una a una las pruebas.
Sarah Koenig, quien ha recibido numerosas distinciones, acababa de descubrir una nueva forma de aprovechar el poder de la voz. El estilo de Serial no se parecía a nada de lo que hasta entonces se había escuchado en la radio. La periodista se dirigía a los oyentes como si fueran sus colaboradores en la búsqueda de la verdad, lo que provocó animados debates en las redes sociales. Además, los episodios se desgranaban en una narrativa natural, sin ajustarse a franjas horarias, y con una duración que variaba en función de las necesidades. Serial logró un éxito inmediato, con cinco millones de descargas en el primer mes.
Tras esta emisión llegaron innumerables podcasts sobre expedientes criminales. Los mejores, como In The Dark, ofrecían relatos emocionantes y, a veces, revelaban errores judiciales.
Desde entonces, el género ha evolucionado, adoptando múltiples formatos. El podcast de conversación, en el que los animadores improvisan sobre un tema, experimentó un rápido auge. Es poco costoso; sólo necesita una buena sintonía entre los participantes y un tema que atraiga a los oyentes. Hay podcasts de conversación dirigidos sobre todo a las mujeres, como Call Your Girlfriend, un programa “destinado a las mejores amigas a distancia, en todos los rincones del planeta”, que revela cómo dos amigas ven el mundo, y el programa que transmite conocimientos de una forma amena, Stuff You Should Know, que ha alcanzado un éxito extraordinario, en el que los presentadores tratan de instruir a los oyentes sobre múltiples temas que van de la ciencia y la historia al triatlón y los testamentos.
Otro formato que ha adquirido gran popularidad: el de los periodistas que examinan a fondo los sucesos de la semana, en un tono deliberadamente informal. Los oyentes sienten así que son “actores” del podcast. En este estilo cabe citar, por ejemplo, Slate Political Gabfest en Estados Unidos. En Francia, Le Nouvel Esprit Public emplea un enfoque similar, pero sus ponentes son intelectuales que intervienen bajo la batuta del moderador Philippe Meyer, un veterano periodista que lanzó este podcast tras la supresión de su programa de radio.
Cultura popular, frivolidad y noticias
Los temas tratados también pueden ser frívolos. Es posible constatar una multiplicación de programas sobre la cultura popular, como Eyes on Gilead, un podcast australiano dedicado a la exitosa serie de televisión A Handmaid’s Tale. Por su parte, las entrevistas se adaptan bien al formato podcast, como lo demuestra The Joe Rogan Show, un programa inmensamente popular en los países anglófonos, en el cual el humorista estadounidense dialoga con invitados famosos.
La prensa plana pronto comprendió que podía aprovechar el podcasting para llegar a una audiencia más numerosa. En 2017 el diario The New York Times (NYT) lanzó The Daily, una emisión que “cuenta la actualidad como es debido”. Presentado por Michael Barbaro, un periodista treintañero del NYT, el podcast se elaboraba mediante una fórmula sencilla: se seleccionaba una o dos noticias importantes del día y se aprovechaba la experiencia de los 1.300 profesionales del periódico para trasmitir un punto de vista muy documentado, en un tono informal y personal y, sobre todo, en el marco de un formato de audio creativo. Los resultados fueron inmediatos: los jóvenes se abonaron en masa (la inscripción era gratuita) y, en un par de años, The Daily contaba con dos millones de descargas por cada podcast. En septiembre de 2019, el programa alcanzó una nueva y asombrosa cota: mil millones de descargas.
Los Estados Unidos y el mundo anglosajón han dominado el mercado del podcasting, pero al parecer ese predominio está a punto de cambiar. En marzo de 2019, Voxnest, una empresa especializada en tecnologías de audio, señalaba que la progresión más rápida del número de oyentes de podcasts se había registrado en América Latina, en particular en Chile, Argentina, Perú y México. Esta tendencia se refleja en el éxito de Radio Ambulante, el podcast de periodismo narrativo en lengua española más importante del mundo. (ver artículo pág. 10).
Al mismo tiempo, el sistema se desarrolla rápidamente en la India, por conducto de las grandes redes de podcasting como IVM Podcasts. Los indios que viven en el extranjero contribuyen también al fenómeno, con podcasts de conversación como India Explained. En Oriente Medio funcionan unos 400 programas de este tipo, entre los cuales figura el audaz Eib (“vergüenza” en árabe), un podcast de Ammán (Jordania) que examina los tabúes sociales, culturales y religiosos.
En China existe la tendencia a adoptar un modelo diferente de consumo, consistente en pagar una suma modesta para escuchar programas educativos o a participar en plataformas de audio interactivas, como Himalaya, en la que 530 millones de usuarios cantan, hablan de sus familias y escuchan libros grabados. El programa Gushi FM, una imitación de This American Life lanzada recientemente, da la palabra a personas que cuentan en detalle sus historias particulares.
De hecho, el podcast puede ser una formidable herramienta de inclusión. Para crear un podcast interesante, es preciso conocer los aspectos prácticos de la producción en formato audio y comprender el modo de funcionamiento de los medios radiofónicos. Una vez que se dominan esos conocimientos, cualquiera puede crear un podcast, lo que facilita la expresión de los grupos marginados: miembros de minorías políticas o religiosas, comunidades LGBQTI, personas con discapacidad, ancianos, etc.
Grupos comunitarios, ONG, activistas e instituciones de toda índole elaboran ahora programas de este tipo: el podcast del Cancer Council de Australia transmite informaciones y presta apoyo a sus oyentes, las universidades presentan sus investigaciones a través de podcasts y, en el marco de una iniciativa descrita como “innovadora y revolucionaria”, el Tribunal Supremo de Victoria (Australia), creó Gertie’s Law, un podcast popular que tiene por objetivo aumentar la transparencia de la justicia y en el cual los magistrados hablan de su trabajo1.
En un mundo donde medran la desinformación y la desconfianza hacia los medios de comunicación, la autenticidad del podcasting ofrece oportunidades excepcionales, desde las investigaciones exhaustivas hasta consecución de la justicia social, pasando por el refuerzo de la transparencia, la confianza y la integración social.
Más información: Como hacer un podcast
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