Pame es de la gente grosa que me ha traido esta cuarentena. Me encuentro con ella desde abril por zoom todos los sábados y algún otro día de la semana por las redes. Todavía no nos hemos visto nunca en persona pero ya nos queremos. Porque es de esa gente que se abre a otres, que entrega su arte y se enseñanza, que sabe comunicarse y que se expresa a través del flamenco de un modo tan personal y genuino que o la amás o te vas a hacer otra cosa.
Ella nos dice cada sábado que busquemos nuestro modo de poner el cuerpo por tientos. Y, para mí, lo tientos son Pamela Loiello, aunque este año haya bailado por otras este palo y tocado en la guitarra y cantado, la impronta de ella es la que se me queda pegada.
Además está metida en proyectos teóricos de reflexión sobre el flamenco sin varones cis y en fusión con nuestros vivires latinoamericanos.
Además llegué a ella porque mijita la vio bailar en algún encuentro femininja y me dijo: "Má tenés que buscar a estas minas". Y mijita sabe lo que a mami le gusta.
Además, su proyecto "Flamenco turbio" me sueña tan maravillosamente a hibridez, a mezcla, a mestizaje, a contaminación de cuerpas y fluidos que no buscan ni la claridad, ni la oscuridad, ni siquiera la limpidez de una o la otra.
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