Llueve. Quería contártelo.
Mi comentario anterior quiso ser una burla a los estados del face y su pelotudeo. Y una parodia de lo romántico de conectar clima y estados de ánimo y un subrayado del hecho trascendente de narrar. Pero, de repente, pensé en mi mamá y en Martín, dos personas a las que hubiera llamado hoy por teléfono para decirles "Mirá cómo llueve". Y me puse triste.
Debajo de la lluvia, voy a comprar pan calentito y solamente tres facturas para mí.
Debajo de la lluvia, el jazmín del fondo abrió (o quizás fue ayer) su primera florcita. Una sola.
Debajo de la lluvia, Fido me rasca la puerta del fondo y se me mete debajo de la mesa.
Debajo de la lluvia, le digo a un vecino que me voy a empapar por media cuadra. Él me dice que tiene tres cuadras en bicicleta. Tiemblo. No se sabe para qué lado sopla el viento y es un señor mayor.
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