miércoles, 26 de agosto de 2015
Viejo choto en el mac
Ayer vamos con mia-miga la Edi a tomar un cochinísimo helado al mac que se nos cruzó en nuestro ralí por Palermo-Belgrano (bah, fuimos a mear y el heladote fue la excusa, ¿o era al revés?). Cuando me estoy bajando del auto en el estacionamiento que nos costó bastante conseguir, se me aparece una mano venosa, oscura, de pelotudo malaonda (yo conozco a la gente por las manos) y una cara que combinaba con la mano me dice: ¿Cómo pensás bajar ahí? La mano protegía algo que no era yo ni la puerta del auto de Edi. Sonreí boludinamente mientras entendía que el pelotudo y su mano cuidaban su propio auto (blanco pero muy sucio) que estaba demasiado cerca del nuestro. Seguí sonriendo cuando le dije: Despacito. Seguí sonriendo y desplazándome lentamente, sobre un pie y de costadito, mientras él me decía: ¿No te parece que hubiera sido mejor bajar afuera? Y yo: Uy, ni me di cuenta, tranqui, no pasa ná... Y él: Para eso estamos nosotros acá. Yo te diría que pongas la mano o la pongo yo. Pero la sacó. No sé si porque se me había borrado ya la sonrisa o porque se le pegaba la roña de su auto de mierda.
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Lunes por la madrugada...
Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...
que sonríe cómplice de amor...
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