Ayer tuve un día místico y cuando ando así me pasan cosas lindas por la calle:
Tomo el 85 en Devoto para ir a la facu, me siento en el primer asiento después de la puerta para bajar el medio del bondi, delante mío, sentada en los asientos que dan la espalda al conductor, una mina relinda, lindo gesto, linda boca, leyendo un tremendo libro como de 1000 páginas. Pienso en preguntarle qué lee, pienso que por ahí es un gomón de química o medicina y me desilusiono, espío que son todas letras y no hay gráficos y vuelvo a la idea de que es literatura. De repente, flash de que lo que lee es algún tomo de Canción de hielo y fuego, trato de adivinar cuál por la cantidad de páginas. La mina lo guarda para bajar y no logro ver la tapa, se baja no más y no me animo a preguntarle. La dejo ir.
En la parada siguiente sube un tipo que llama la atención por lo feo y despatarrado: afro despeinado y ralo, barba candado que odio, piel blanca, pelo negro, dientes para afuera, morral, pantalones caídos, muy flaco, campera sucia. Se sienta en el mismo lugar que dejó vacío la mina y abre, ahora lo veo muy claramente, el tomo majestuoso de Tormenta de espadas. Ya no lo veo tan feo, lindas manos, me gustan los pelos masculinos sobre el dorso y hasta en las falanges. Pienso que a éste sí le voy a peguntar por dónde va. DE repente se cambia de lugar para dejarle el espacio de dos a dos amigas que suben juntas. sigue leyendo muy concentrado, se levanta para bajar, se para delante mío, en la puerta, durante todo un semáforo. No me animo, se baja. Lo dejo ir.
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