Una vez más, sin canilla nueva todavía, logré que mis tres tramos de manguera vieja, reseca, enroscada y pinchada en cuatro lugares diferentes, llegue hasta el fondo de casa. Cada vez somos más raíces que alimentar pero sabemos distribuir. Dicen que mañana llueve pero nunca quise dejar a nadie con hambre con promesas que no sé si se cumplirán. Me encanta hacerlas felices y ver cómo viven y se enredan entre sí sin mí pero aún así me saludan y agradecen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario