No fue tan malo. Mi higienista guía me explicó qué estaba limpiando especialmente por el color de mi eliminaciones que nunca llegaron a ser "cagarse encima": páncreas y vesícula: frustración y energía femenina. Limpias. Y se siente muy bien. La panza me sigue haciendo unos ruidos intensos pero no es de hambre, dice Marcela que hay gente que llora y se queja del hambre durante toda la semana. Yo no, nunca fue mi tema comer mucho, siempre fui "la mañosa", la que por muy simple es complicada, la que dejaban mascando la carne horas delante de la mesa y mi papá me cantaba "Cómo son largas las semanas cuando la paula come la carne" con melodía de tango que nunca supe cómo decía realmente. Siempre me molestó lo de "terminar el plato" y "comé todo" y "la hora de comer" y no comas eso porque después no comés la comida y las reuniones familiares y sociales donde el centro de todo es comer.
Pero extrañé mucho mi mate y mi pan con manteca y si había facturas. Dice que es adicción al azucar y a la harina y que el mate es manía de estar siempre llevándose algo a la boca, que no hace falta, que al pedo hacer trabajar al organismo todo el día, que la energía se puede canalizar para otras cosas. Es verdad, lo voy a intentar.
Dice Marcela que ahora estaré en transición y que tampoco me ponga en autosargento. Me gustó eso. La transición y lo anfibio me caen bien. Lo que está por devenir y no trata de ser o no ser, también. Me pasó recetas muy tentadoras de ensaladas, galletitas, brownis y quesos veganos. Hoy mismo ya descubrí la magia de la ensalada de pepino y espinaca cruda con limón. NUnca había comido cruda.
Mañana salgo a buscar ingredientes para mis nuevas preparaciones.
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