miércoles, 12 de junio de 2024

Mon panache

 

11 ENE 2018

Todo Cyrano se estremece aún en la intraducible palabra final

Ayer acudí al teatro a ver el gran clásico popular del Cyrano, protagonizado en nueva traducción catalana rimada de Albert Arribas por Lluís Homar, con excelentes actores secundarios como Joan Anguera, Aina Sánchez, Albert Prat y Àlex Batllori, dirigidos por Pau Miró. La mayoría de bachilleres francófonos y yo también aprendimos a memorizar y declamar alguna tirada de los versos alejandrinos de Cyrano, casi siempre la última de todas antes de caer el telón: “Oui, vous m’arrachez tout, le laurier et la rose…”. Aun soy capaz de recitarla en alguna sobremesa propicia y animada. Lo que caracteriza esos últimos versos de la obra de Edmond Rostand no es tan solo la muerte del
protagonista en escena y la caída percutante del telón.
El final apoteósico se ve marcado por una palabra, “le mot de la fin” de toda la obra, la última verba que pronuncia Cyrano y que sintetiza toda la acción Ya vencido, agónico, dice que aquella noche entrará en el cielo y solo llevará con él “quelque chose que sans un pli, sans une tache, j’emporte malgré vous, et c’est… c’est mon panache”. 
¡Ah, la clave final del panache! El inconveniente es que la palabra no tiene traducción. En primer lugar,  no debe confundirse con la misma palabra acentuada panaché, que significa un variado de verduras o también una “clara” (cerveza con limonada). No, nada de eso. 
Panache, sin acento, puede querer decir en términos literales “penacho”, pero en términos poéticos y dramatúrgicos significa todo aquello que representa Cyrano de Bergerac: brío, orgullo, estilo, elegancia, clase. 
Ninguna de esas equivalencias resulta exacta ante la riqueza conceptual que contiene en francés de ayer y de hoy el hecho de tener panache. Comprobada la carencia, algunos idiomas han adoptado la palabra de forma literal. En inglés la usan y el Cambridge Dictionary la define como: “A stylish, original and very confident way of doing things that makes people admire you: The orchestra played with great panache. He dressed with panache". 
El traductor de la actual versión catalana protagonizada por Lluís Homar se ha saltado el obstáculo insalvable traduciéndo panache por “dignidad”. La solución no es incorrecta, solo pobrísima.
La única solución fiel sería que la famosa tirada final del Cyrano fuese escanciada siempre en francés, en cualquier país, a fin de conservar el sentido, el sentimiento y el son de los alejandrinos de Rostand, y que el público fuese capaz de recitarla en las sobremesas propicias y animadas:

Oui, vous m’arrachez tout, le laurier et la rose!
Arrachez! Il y a malgré vous quelque chose
que j’emporte, et ce soir, quand j’entrerai chez Dieu,
mon salut balaiera largement le seuil bleu,
quelque chose que sans un pli, sans une tache,
j’emporte malgré vous, et c’est...
c’est mon panache.


Se trata de un auténtico manifiesto de vida. Para celebrarlo, a la salida de la función nos fuimos a cenar con Joan Anguera sin prescindir de nada. Él también sabe recitarla en versos originales.




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Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...