Recién, recién, mientras abría este blog, un venteveo, quizás el que grita "bicho feo" a cada rato sobre mi cabeza cuando estoy afuera, se paró acá delante de mi ventana sobre el parante de la pelopincho. Creí que se iba a tirar al agua porque son famosos por sus zambullidas confianzudas (lo hacían en lo de mis viejos). Pero no, miró para todos lados, movió esa cabecita única e inconfundible en actitud defensiva, investigativa, curiosa y pensé en hacer una entrada sobre el instante, sobre la vigilia, sobre la concentración de la intensidad en una misma cuerpa y pelaje, plumaje. Que se haya volado al segundo siguiente y que, al final, esté escribiendo esto en su ausencia no debería, o sí, justamente, ser mayormente significativo.
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