Sharon Olds - Oda al Himen
Oda al Himen
No sé en qué momento naciste
dentro mío cuando estaba adentro de mi madre.
Quizá cuando los músculos involuntarios se estaban armando
como gelatina rosa. Me encanta pensar en vos en aquel entonces,
tan completo, tan inmune, tanto vos como el clítoris a salvo
como la vida dentro de la cual habitaban.
Tendrían que haber matado a mi madre y a mí
para agarrar a cualquiera de ustedes dos.
La amo en este momento, esa fortaleza enorme alrededor mío,
la cabeza de la matrona alrededor de la suave carne de mi cabeza de señorita.
No sé quién te inventó para que conserves el interior de una chica limpio
y bien cubierto. Querida pared, querida compuerta, querido broche,
querida puerta, no una gatera ni una puerta giratoria
sino una piñata de una sola vez, la sangre saliendo en serie.
¿Cuántas partes del cuerpo fueron hechas para ser destruidas alguna vez?
El más profundo y agonizante placer esperando del otro lado.
¿Fuiste un hueso duro de roer, no? Te tomaste tu trabajo
muy seriamente. Nunca sentí un dolor tan puro como ése.
Fuiste la mujer que el mago corta al medio.
Estaba tan orgullosa de vos. Parecía que te convertías al menos
en una copa del más brillante ingrediente arterial. Y qué suerte tuvimos
vos y yo de que pudiéramos elegir cuándo y con quién y dónde y por qué.
Afelpado, alfiletero, violáceo revestimiento de un cajón de tesoros.
Estabas de alguna manera un poco relacionado con las estatuas que lloran.
Eras el corazón de San Valentín. Sucedió sobre la alfombra de un living
que nos prestaron. Pero yo me sentí como si estuviéramos en los bosques
de Diana la cazadora, él y yo y vos juntos, o como si estuviéramos
en un lugar donde el magma del centro del mundo ascendiera
desde el fondo del océano. Gracias por tu vida y muerte. Gracias
por las chicas que caminaban delante mío arrojándome tus pétalos escarlata.
Pasarían años hasta que me casara o pudiera llevar para alguien
dentro mío un pequeño himen bebé cerca de los huevos con otros ínfimos
hímenes dentro suyo. Pero vos me llevaste hacia la vida de una mujer.
Fuiste una especie de madre de sangre para mí. Primero me mantuviste cerca
por dieciocho años y después me soltaste.
Versión de Tom Maver
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