El agua congelada de la primera pileta del dia me desea suerte. Es una gran liviandad la que tiene para decir las cosas, como si hubiera leido a Calvino o fuera amante de talk shows. Mientras tanto la piel de mis manos silba distraida y deja que el frio pase directo a la carne. Los huesos reclaman que a ellos no, por favor; todo es inutil. Si tuviera donde secarme la cosa seria mas llevadera. Pero mi ropa de polar no seca nada, apenas escurre un poco. Por suerte al terminar y volver a la camioneta tengo que abrir el capot para revisar el liquido de frenos y encuentro el calor del motor. Apoyo las manos en la tapa de cilindros. La vida a veces es bella. Salen dos mosquitos de abajo de una manguera. Todavia por aca ustedes? Y si, dice uno. No hay otra, dice el otro. Estos no transmiten dengue. Transmiten espiritu de supervivencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario