Acabo de leer este cuento de su último libro Un lugar soleado para gente sombría por arranque de tallerista que amó y leer juntas para ver "cómo está hecho". El final (SPOILER ALERT) me pareció en primera lectura, algo, digamos, "cobarde". De parte de la protagonista y de la escritora, como un no querer jugarse por el terror desencadenado genialmente durante el cuento ni por lo que la mujer con cáncer es, era o estaba siendo junto a la maquilladora.
Al rato vi otra luz. Vengo pensando mucho en el tipo de gótico situado, mesopotámico de la Enriquez y en el realismo mágico más clásico de Cien años de soledad que estoy muy tallereando porque estreno de serie. Mirá lo que se me ocurrió:
El terror estilo "matemos al monstruo" no nos va porque no nos gustan los heroísmos épicos machirulos, el fantástico tipo sueño americano de mesías, a la "demosle al fantasmita su liberación", tampoco nos va porque no nos gusta marcar superioridad étnica, de clase, de género ni de bio y zoé, con les muertites menos. Las respuestas únicas tipo Scooby Doo se mezclan demasiado con el policial racional y Argentina siglo XXI, Nuestramérica eterna, no tiene nada nadita solucionado. El realismo terrorífico nos sigue convocando y necesitando, política y socialmente, pero nuestra realidad, ya lo dijeron Gabo y Carpentier, es más más más que la "realidad" cualunque importada de Europa. Nuestra realidad es mágica, vivimos en lo real maravilloso, convivimos con les muertes y les enfermes, les que lloran en los espejos y hablan en los ascensores e, incluso después de muertas, pueden ir a maquillarse con una hinchazón de vientre que no es embarazo. La hipérbole sigue habitándonos y describiéndonos. No llegamos a lo maravilloso puro porque no nos gusta hablar de "Un país muy lejano" (menos un reino) sino de aquí mismito, nuestra casa, nuestra cuadra, nuestro pañisito, nuestra región, Abya Yala de mi alma.
Así que La Enriquez lo hizo de nuevo: realismo gótico maravilloso.
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