Mientras reinicio canto y me mato con Juan Luis Guerra y Café Tacuba, mientras flasheo con percu, mientras planeo taller literario propio y ajeno en la isla, mientras leo a mil ojos y escribo con todo el cuero, hay una voz de mierda dentro mío que me dice que tengo que llamar a Gustavo para que arregle mi auto o para saber cuándo lo va a arreglar o para decidir si tengo que buscarme otro mecánico porque él no se ocupa o para chusmear en qué anda o para comprobar que otra vez se le rompió el auto (lo vi a pata por la calle) y que todos sus últimos planes que me contó ya se le fueron al carajo.
¿Para qué? Decime para qué.
No hay comentarios:
Publicar un comentario