Llevo años contándome a mí misma la historia victimizante de les amigues que perdí. Las que me dejaron cuando crecí, las que se ofendieron porque hice lo que hice, las que me forrearon por celosas, les que se avergonzaron de sí mismes, incluso algunes que fueron varones y uno se murió, otro quiso ser marido y otres ni sé.
Ahora, de repente, me doy cuenta de que quizás, sólo quizás, o en muchos de esos casos, lo que yo llamaba "nuestra amistad" era un enchufe a través del cual yo les proveía de una energía que les encantaba pero no era recíproca, ni elles ni yo sabíamos recargar eternamente. Y cada vez que pedí algo de esa energía que era toda mía, para mí...Uy, no hay.
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