jueves, 6 de octubre de 2022

Sin filtros ni disimulo

 

lunes, 24 de julio de 2017

Annie Ernaux: Memoria de chica

Idioma original: francés
Título original: Mémoire de fille
Año de publicación: 2016
Valoración: Muy recomendable

Con un prólogo que ya da indicios de una inusual crudeza estilística, la historia que nos narra Annie Ernaux es la historia de una chica durante el verano de 1958. El recuerdo de las experiencias vividas durante esa época, narradas al cabo de cincuenta y cinco años, sigue presente en la autora en la actualidad, y la trascendencia de ese momento fue lo suficientemente transformadora para que la capacidad de la memoria aún alcance a retomar los recuerdos de aquel año; recuerdos de una chica de diecisiete años que son el origen y causa de una historia que la cambió para siempre.

La autora nos sitúa rápidamente en ese verano, retratándonos una joven Annie Dechesne sobreprotegida por sus padres; nos cuenta, en clave retrospectiva, cómo la devoción que tiene por los libros y la falta de relaciones sociales la aproximan a la definición de rara avis. El entorno que la rodea es, principalmente, el formado por la familia y los libros, y ese verano que destinará a hacer de monitora en un campamento de verano lo afronta como una escapada, una liberación, un anhelo y un despertar.

En esas circunstancias se halla Annie, inocente, cándida, ingenua, virgen. En ese estado se encuentra con un monitor en el campamento, con una personalidad que se encuentra en el extremo opuesto a su forma de ser. Y en un encuentro ocasional, ocurre el desencadenante de todo. A partir de ahí, todo cambia, todo se altera, y Annie se transforma, se encuentra con sus sentimientos largamente adormecidos. Ya nada será como antes; el deseo la envuelve y la obnuvila, la posee y la domina, la somete y la humilla, y en un desafío que ejerce hacia ella misma se aventura a explorar los límites de sus deseos para borrar la chica que había sido, y forjar de cero un nuevo carácter. Ese despertar que ansía, que libera su yo interior y que le abre un mundo desconocido.

De esta manera, y analizando, al cabo de mucho tiempo, lo sucedido en la adolescencia, la autora nos habla, no únicamente del cambio y la transformación en la manera de ser, sino también del poder de la memoria y de su capacidad de reconstrucción de los hechos, olvidando partes de un recuerdo mientras, a la vez, se añaden otras. La dificultad de cambiar, y a la vez la complejidad de adaptarse a los cambios. La incapacidad de borrar el pasado y la lucha por regenerarse y definirse como una nueva persona. La vinculación de uno mismo hacia su propia imagen, no únicamente de la que uno posee sino la que los demás perciben. Las dudas hacia uno mismo y los difíciles equilibrios para encajar en un entorno no siempre amigable.

En una primera parte memorable y brutalmente cruda, el libro es de los que impactan, de los que nos hacen zozobrar y alteran los equilibrios emocionales que uno cree anclados y afirmados. Puede que la segunda parte sea menos impactante, cuando vemos cómo su vida cambia después de aquel verano, aunque sigue manteniendo el interés y la calidad de la primera parte.

De esta manera, con un estilo directo, descarnado, sin tapujos ni intentos de endulzar la mirada que tiene hacia su yo adolescente, la autora se expone como lo haría su protagonista. Sin filtros ni disimulo. Y con ello logra que nos metamos de lleno en la mente de esa chica, con sus miedos, inseguridades, deseos y pasiones, en una obra que desborda atrevimiento en exponer una realidad de deseo desmedido, no exento de sometimiento y abandono del propio yo.

Annie Ernaux ha escrito un libro de los que dejan marca, de los que conmueven, de los que remueven consciencias y agitan sentimientos escondidos, enterrados bajo un manto de candidez tendido por la sociedad de la época. La fragilidad de la adolescencia queda sometida a los vaivenes de los deseos inherentes al momento, y las consecuencias sobre cómo obramos ante ellos permanecerán en el subconsciente, de forma análoga a los recuerdos que esta gran novela dejará en nosotros mismos.

También de Annie Ernaux en ULAD: La mujer heladaNo he salido de mi nocheEl uso de la fotoLos añosUna mujer

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Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...