martes, 7 de abril de 2015

Para que el pelotudo de tu ex te lo revise, no

¿Por qué escribir un diario? 5 escritores te convencerán para hacerlo

Susan sontag
Escribir un diario no es para todos: hay quien lleva haciéndolo desde los 10 años, ininterrumpidamente, con verdadera devoción y quien se sienta delante de una libreta por obligación y tentado está de hacer enumeraciones de acciones y menús como cuando era pequeño. Hay quien asegura que despeja la mente y la libera de problemas, y quien piensa que escribir sobre sí mismo no hará más que aumentar los quebraderos de cabeza. Por supuesto, los hay también de trabajo, pero hoy hablaremos de los beneficios de escribir un diario personal, signifique lo que signifique eso. Porque son muchos los escritores que escribieron un diario durante toda su vida y que están convencidos de que tuvo una positiva influencia -puede que incluso fundamental- sobre su creatividad.
Uno de ellos es Anaïs Nin, escritora de diarios por excelencia, y que de hecho, pasó a la historia de la literatura por la calidad de los mismos. Ella dijo: “Fue mientras escribía un diario que descubrí cómo capturar los momentos de vida. Llevar un diario durante toda mi vida me ayudó a descubrir algunos elementos básicos esenciales para la vitalidad de la escritura.
Cuando hablo de la relación entre mi diario y la escritura no pretendo generalizar sobre el valor de escribir un diario, ni aconsejar a nadie a hacerlo, sino simplemente extraer de este hábito ciertos descubrimientos que pueden ser fácilmente incorporados a otros tipos de escritura.
De ellos, el más importante es la naturalidad y espontaneidad. Estos elementos surgieron, he observado, desde mi libertad de selección: en el diario sólo escribía sobre lo que me interesaba realmente, lo que sentía con más fuerza en ese momento, y este fervor, este entusiasmo produjo una viveza que a menudo se marchitó en mi trabajo formal. La improvisación, la libre asociación, la obediencia al estado de ánimo, la impulsividad, las innumerables imágenes, retratos, descripciones, bocetos impresionistas, experimentos sinfónicas, a los que podía acudir en cualquier momento a por material”.
También a Virginia Woolf le gustaba escribir en su diario, y utilizaba un cuaderno diferente cada año. A su muerte, había llenado 27 tomos. Gracias a ellos, explica, encontraba “diamantes en bruto”. Así, explicaba “Me doy cuenta, sin embargo, de que lo escrito en este diario no cuenta como escritura, ya que acabo de releer el diario del pasado año y estoy muy impresionada por el galope desordenado y rápido del texto, que a veces, de hecho, da sacudidas casi intolerables sobre los adoquines. Pero si no lo hubiera escrito más rápido que la más rápida máquina de escribir, si me hubiera detenido a pensar, nunca lo habría escrito; y la ventaja del método es que propaga accidentalmente divagaciones que habría excluido de haberme parado, pero que son diamantes en medio del basurero”.
André Gidé, otro famosos diarista que mantuvo el hábito durante 60 años seguidos, explicaba sus ventajas desde un punto de vista más personal: “Un diario es útil durante conscientes, intencionales, y dolorosas evoluciones espirituales. Entonces es cuando uno quiere saber dónde está parado … Un diario íntimo es interesante sobre todo cuando se registra el despertar de las ideas; o el despertar de los sentidos en la pubertad; o incluso cuando uno siente que está muriendo”.
Y lo mismo ocurre con Franz Kafka, a quien el diario le ayudaba a reconciliarse consigo mismo “Una de las ventajas de llevar un diario es que uno se da cuenta con tranquilizadora claridad de los cambios que se sufren constantemente y que de manera general se admiten naturalmente, se creen, se recuerdan, pero que inconscientemente se niegan cuando se ese reconocimiento nos sirve para sentirnos más esperanzados o en paz. En el diario se encuentra la prueba de que en situaciones que hoy parecerían insoportable, uno vivió, miró a su alrededor y anotó observaciones, que su mano derecha se movió entonces como lo hace hoy en día, cuando podemos ser más sabios porque podemos mirar hacia atrás y ver cómo eramos antes, y por esa misma razón hemos de admitir la valentía de nuestro esfuerzo anterior en el que persistimos incluso en completa ignorancia”.
Por último, los beneficios que nos propone Susan Sontag parecen algo más retorcidos: “Sobre llevar un diario: Es superficial entender el diario como un simple receptáculo de los pensamientos secretos, privados de alguien- como un confidente que es sordo, mudo y analfabeto. En el diario no sólo me expreso de manera más abierta de lo que podría ante cualquier otra persona; me creo a mi misma.
El diario es un vehículo para mi sentido de la individualidad. Me representa como emocionalmente y espiritualmente independiente. Por lo tanto (por desgracia) no se limita a constatar mi vida real, sino más bien – en muchos casos – ofrece una alternativa a la misma.
A menudo hay una contradicción entre el sentido de nuestras acciones hacia una persona y lo que decimos que sentimos hacia esa persona en un diario. Pero esto no quiere decir que lo que hacemos es superficial, y sólo lo que confesamos a nosotros mismos es profundo. Las confesiones, me refiero a las confesiones sinceras por supuesto, pueden ser más superficiales que las acciones. Estoy pensando ahora en lo que he leído hoy (cuando subí a 122 Bd St-G para comprobar su correo.) en el diario de H sobre mí – esa brusca, injusta y poco caritativa evaluación que concluye diciendo que a ella realmente no le gusto, pero que mi pasión por ella es aceptable y oportuna. Dios sabe que duele, y me siento indignada y humillada. Rara vez sabemos lo que otra gente piensa de nosotros (o, más bien, lo que piensan que piensan de nosotros) … ¿Me siento culpable por leer lo que no estaba destinado a los ojos? No. Una de las principales funciones (sociales) de un diario es, precisamente, ser leído furtivamente por otras personas, las personas (como los padres o los amantes) sobre los cuales uno ha sido cruelmente honesto sólo en el diario. Leerá H. esto?”.


No hay comentarios:

Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...