¿Por qué escribir un diario? 5 escritores te convencerán para hacerlo
Escribir un diario no es para todos:
hay quien lleva haciéndolo desde los 10 años, ininterrumpidamente, con
verdadera devoción y quien se sienta delante de una libreta por
obligación y tentado está de hacer enumeraciones de acciones y menús
como cuando era pequeño. Hay quien asegura que despeja la mente
y la libera de problemas, y quien piensa que escribir sobre sí mismo no
hará más que aumentar los quebraderos de cabeza. Por supuesto, los hay
también de trabajo, pero hoy hablaremos de los beneficios de escribir un diario personal,
signifique lo que signifique eso. Porque son muchos los escritores que
escribieron un diario durante toda su vida y que están convencidos de
que tuvo una positiva influencia -puede que incluso fundamental- sobre su creatividad.
Uno de ellos es Anaïs Nin,
escritora de diarios por excelencia, y que de hecho, pasó a la historia
de la literatura por la calidad de los mismos. Ella dijo: “Fue mientras
escribía un diario que descubrí cómo capturar los momentos de vida.
Llevar un diario durante toda mi vida me ayudó a descubrir algunos
elementos básicos esenciales para la vitalidad de la escritura.
Cuando hablo de la relación entre mi
diario y la escritura no pretendo generalizar sobre el valor de escribir
un diario, ni aconsejar a nadie a hacerlo, sino simplemente extraer de
este hábito ciertos descubrimientos que pueden ser fácilmente
incorporados a otros tipos de escritura.
De ellos, el más importante es la
naturalidad y espontaneidad. Estos elementos surgieron, he observado,
desde mi libertad de selección: en el diario sólo escribía sobre lo que
me interesaba realmente, lo que sentía con más fuerza en ese momento, y
este fervor, este entusiasmo produjo una viveza que a menudo se marchitó
en mi trabajo formal. La improvisación, la libre asociación, la
obediencia al estado de ánimo, la impulsividad, las innumerables
imágenes, retratos, descripciones, bocetos impresionistas, experimentos
sinfónicas, a los que podía acudir en cualquier momento a por material”.
También a Virginia Woolf
le gustaba escribir en su diario, y utilizaba un cuaderno diferente
cada año. A su muerte, había llenado 27 tomos. Gracias a ellos, explica,
encontraba “diamantes en bruto”. Así, explicaba “Me doy cuenta, sin
embargo, de que lo escrito en este diario no cuenta como escritura, ya
que acabo de releer el diario del pasado año y estoy muy impresionada
por el galope desordenado y rápido del texto, que a veces, de hecho, da
sacudidas casi intolerables sobre los adoquines. Pero si no lo hubiera
escrito más rápido que la más rápida máquina de escribir, si me hubiera
detenido a pensar, nunca lo habría escrito; y la ventaja del método es
que propaga accidentalmente divagaciones que habría excluido de haberme
parado, pero que son diamantes en medio del basurero”.
André Gidé, otro
famosos diarista que mantuvo el hábito durante 60 años seguidos,
explicaba sus ventajas desde un punto de vista más personal: “Un diario
es útil durante conscientes, intencionales, y dolorosas evoluciones
espirituales. Entonces es cuando uno quiere saber dónde está parado … Un
diario íntimo es interesante sobre todo cuando se registra el despertar
de las ideas; o el despertar de los sentidos en la pubertad; o incluso
cuando uno siente que está muriendo”.
Y lo mismo ocurre con Franz Kafka,
a quien el diario le ayudaba a reconciliarse consigo mismo “Una de las
ventajas de llevar un diario es que uno se da cuenta con tranquilizadora
claridad de los cambios que se sufren constantemente y que de manera
general se admiten naturalmente, se creen, se recuerdan, pero que
inconscientemente se niegan cuando se ese reconocimiento nos sirve para
sentirnos más esperanzados o en paz. En el diario se encuentra la prueba
de que en situaciones que hoy parecerían insoportable, uno vivió, miró a
su alrededor y anotó observaciones, que su mano derecha se movió
entonces como lo hace hoy en día, cuando podemos ser más sabios porque
podemos mirar hacia atrás y ver cómo eramos antes, y por esa misma razón
hemos de admitir la valentía de nuestro esfuerzo anterior en el que
persistimos incluso en completa ignorancia”.
Por último, los beneficios que nos propone Susan Sontag
parecen algo más retorcidos: “Sobre llevar un diario: Es superficial
entender el diario como un simple receptáculo de los pensamientos
secretos, privados de alguien- como un confidente que es sordo, mudo y
analfabeto. En el diario no sólo me expreso de manera más abierta de lo
que podría ante cualquier otra persona; me creo a mi misma.
El diario es un vehículo para mi sentido
de la individualidad. Me representa como emocionalmente y
espiritualmente independiente. Por lo tanto (por desgracia) no se limita
a constatar mi vida real, sino más bien – en muchos casos – ofrece una
alternativa a la misma.
A menudo hay una contradicción entre el
sentido de nuestras acciones hacia una persona y lo que decimos que
sentimos hacia esa persona en un diario. Pero esto no quiere decir que
lo que hacemos es superficial, y sólo lo que confesamos a nosotros
mismos es profundo. Las confesiones, me refiero a las confesiones
sinceras por supuesto, pueden ser más superficiales que las acciones.
Estoy pensando ahora en lo que he leído hoy (cuando subí a 122 Bd St-G
para comprobar su correo.) en el diario de H sobre mí – esa brusca,
injusta y poco caritativa evaluación que concluye diciendo que a ella
realmente no le gusto, pero que mi pasión por ella es aceptable y
oportuna. Dios sabe que duele, y me siento indignada y humillada. Rara
vez sabemos lo que otra gente piensa de nosotros (o, más bien, lo que
piensan que piensan de nosotros) … ¿Me siento culpable por leer lo que
no estaba destinado a los ojos? No. Una de las principales funciones
(sociales) de un diario es, precisamente, ser leído furtivamente por
otras personas, las personas (como los padres o los amantes) sobre los
cuales uno ha sido cruelmente honesto sólo en el diario. Leerá H.
esto?”.
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