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La construcción del mito
Por Maximiliano Tomas
Hubo una enorme cantidad de personas que se enteraron de la existencia de Beatriz Sarlo a lo largo de estas últimas dos semanas, luego de su aparición televisiva en 6, 7, 8. No serán, intuyo, los lectores de estas páginas. Pero (¿hay que aclararlo?) Sarlo es una de las intelectuales más lúcidas que tiene la Argentina (su performance en los estudios de la Televisión Pública, donde desarticuló a ocho personas en una hora y media de programa, no hizo sino mostrarlo a un público no habitual de sus escritos), además de la autora de una decena de libros de crítica cultural y literaria fundamentales.
Su presencia respondía a la reciente publicación de su última obra, el ensayo La audacia y el cálculo. Kirchner 2003-2010, y aquí habría que hacer una aclaración necesaria: a pesar de que este texto se encuentre en las mesas de novedades de las librerías y será acompañado por una ingente cantidad de títulos gestados y motivados por el año electoral, no se trata de una biografía política ni de un libro de ideas oportunista; ni siquiera se trata de un texto de lectura ágil o distraída. Es, sobre todo, un relato sobre las formas de construcción del poder por parte de Néstor Kirchner y Cristina Fernández (los primeros capítulos tratan sobre los medios de comunicación y de creación de sentido y discurso, como las redes sociales) y la manera en que la alta política reescribe la historia en tiempo presente. Sarlo lo aclara en el prólogo: “Traté de ver los últimos ocho años como si formaran parte de una serie que no rinde su sentido en términos simples (…) Busqué la perspectiva de un historiador de la cultura al que le ha tocado como objeto el presente”.
En efecto, la figura del ex presidente y de Cristina Fernández se convierten en el centro del libro recién a partir de la página 165, bastante después de la mitad. Antes, desfilan por sus páginas análisis más que interesantes de otros actores de los años kirchneristas: los poderosos asesores de prensa e imagen, programas como 6, 7, 8, Duro de domar y Televisión registrada, las nuevas formas de militancia impulsadas por Twitter y Facebook y los intelectuales reunidos en torno a Carta Abierta. Cualquiera que haya estudiado historia, o se haya enfrentado al desafío de narrar una época cualquiera, sabe lo complejo que es historizar el presente, esa materia blanda y porosa. Es el gesto a destacar en este trabajo, que no sólo cumple esa ardua y arriesgada tarea, sino que recuerda cómo un político desconocido y que “llega desde el corazón de los 90” (en palabras de Sarlo) se constituyó a sí mismo utilizando el contexto socioeconómico a su favor, y explica por qué la política de derechos humanos y el desprecio por la prensa en general (y la consecuente sanción de la nueva Ley de Medios) no son meros resultados de una ideología, sino parte de un plan de gobierno con fines muy precisos.
Lo que deberían entender los que critican a Sarlo (una legión de jóvenes e intelectuales genuinamente convencidos, y otros tantos periodistas a sueldo del Estado devenidos miembros de un star system inefable) es que el resultado de la lectura de este libro (y las verdades y olvidos que actualizan) es más útil y necesario para los simpatizantes kirchneristas que para los opositores o los indiferentes, si es verdad que lo que se pretende es construir una sociedad más justa, verdadera, inclusiva e igualitaria.
(Publicado en el suplemento de Cultura de Perfil).
5 comentarios:
A mi me pareció un libro brillantemente escrito. Sarlo, en verdad, es sumamente lúcida.
No considero que haya desarticulado a 7 u ocho personas con sus fundamentos. Es más, no me enteré de su pensamiento sobre lo que pasa en España con los Indignados, sino de lo que piensa del programa 678, lo cual ya lo cuenta en su libro.
Por lo demás, Sarlo descolla en el plano discursivo pero derrapa absolutamente en lo político. Ciertas apreciaciones me parecen sencillamente atroces, otras absolutamente despreciativas.
En algún párrafo refiere que al asumir Néstor Kirchner "tuvo su bautismo de sangre que no había tenido en los 70". Como si para adherir al pensamiento setentista uno hubiera debido ser "torturado" o "arrojado al río".
En otra parte critica a Kirchner porque comparó "los campos de concentración nazis con la dictadura". Para ella esa comparación es liviana. Supongo que soslaya las apreciaciones de su política predilecta, Elisa Carrió, que no tiene empacho en tildar de "dictadura" o "fascista" a un gobierno democrático.
En cuanto al plano discursivo, es donde queda más patente su odio hacia todo lo que signifique "peronismo" o "k". Sarlo no es objetiva. Tanto, que recurre al halago de la capacidad oratoria de Chávez o Fidel Castro, para denostar a Néstor o a Cristina Kirchner.
En verdad, el libro sirve mucho más a los Kirchneristas que a los No Kirchneristas (o los KK). Sirve, sobre todo, para reafirmar una ideología, unos principios , unos valores. Sirve, sobre todo, para convencerse, que del otro lado, más allá de la lucidez de Sarlo (una piedra brillante en el barro opositor), está el puro odio. Un abrazo.
Ps: Ni hablar de que Sarlo jamás hace mención directa de Clarín, sino por boca de otros. "Por esto se los acusa...", "dicen que Clarín...". No hay crítica a Clarín, y ahora la entiendo, esa es la camiseta que decidió ponerse.
La Objetividad no existe, a dios gracias, que cada quien habla desde su lugar, lo bueno es saber desde dónde habla cada uno. Camisetas tb tenemos todos y cuestión de gustos no hay nada escrito.
Me molesta la gente que al discutir cree que tiene que convencer al otro o que el otro es un monstruo porque opina diferente o debe ser "corregido", posturas diferentes no necesariamente implican una mal y otra bien, pueden ser las dos mal o la dos bien o cualquier combinación posible.
No leí el libro, lo busco y depués opino.
Y en este caso cual sería el ser "molesto": Don Tomás o Curiyú?
Un abrazo.
Jaja, ni vos ni èl, ambos sostienen su parecer ¿por qué tengo que elegir? Me gusta que se discuta y, si querés saber, a mí no me gustan los kichner ni nuestra situación como país pero cuando veo la gente que los apoya me pongo a escuchar porque tengo muchas ganas de estar equivocada. Como respeto mucho a Sarlo voy a buscar el libro y en el programa sí me pareció que nadie le oponía argumentos sòlidos, que eso es lo que ando buscando, no que se peleen y se tiren con chicanas y amiguismos y simpatías vanas.
Estoy de acuerdo en todo lo que decís, Pau, y también en parte de lo que dice Curiyú (incluso en algunas cosas que dice Sarlo).
Lo que me hace ruido de Sarlo, primero, es que habla de la objetividad de la BBC; si uno ve algunos documentales (sobre todos los relacionados, por ejemplo, con Irlanda), nota que la objetividad no es tal.
El problema está en la postura de outsider que adopta Sarlo, en el sentido de intelectual crítica (como si hablara desde un limbo extraño desde el que ve todo tal cuál es), que no sólo la vuelve soberbia sino, incluso, malintencionada.
No existe una verdad única, existen los puntos de vista. Y, aunque le reconozco a Sarlo su lucidez, y su maravillosa pluma crítica, como agente de la política (me he documentado sobre su pasado en el alfonsinismo), me parece que está meando afuera del tarro. No mencionar las prácticas de Clarín (entre otros medios) resulta, cuando menos, síntoma de una ceguera que no le creo a Sarlo.
Cordialmente,
Yo.
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