Lucy
Por los cincuenta y dos huesos de tu esqueleto
y por tus diecinueve mayos en la sabana
dejo el fósil de mí mismo en este soneto:
tan insondablemente lejos y tan arcana
y más antigua que el cotorreo indiscreto
de dioses y de tríadas, cómo te oigo cercana.
De antemano todo ese rumor era obsoleto.
Mucho antes que Afrodita saliste a la mañana.
Lucy en la tierra con enigmas y pesares,
el estúpido sol que hoy calienta a tus pares
ya venía a abrigarse dócil en tu regazo.
De un gesto aparto dioses, mundos y emperadores,
cuando te oigo llegar flotando en mis humores
para la eternidad muda de nuestro abrazo.
Juan José Saer
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