Dice en feis Felix Bruzzone
2 horas ·
Chata con un hilito de freno. O sea: casi sin frenos. Mi amor, no te detengas, pero por favor no atropelles a nadie. ¿Qué hacer? Faltan dos piletas para terminar el día. Hay que limpiarlas. De nada vale llamar al mecánico cuando el deber obliga. Además, las dos piletas son en el barrio cerrado donde Macri llevó los adoquines de San Telmo, que tiene un ingreso con subidita y que seguro con eso alcanza para que la chata se frene sola, sin tocar el pedal. Y las esquinas, bueno, son varias hasta llegar allá. Pero hay que tener fe, tirar bien los rebajes, ser cuidadoso, y todo sale bien, mi amante desbocada; somos tan felices hoy.
Manejar sin frenos es como domar a un animal salvaje, como domarte a vos mismo, y no es del todo difícil. Las claves son entusiasmo y control. Claro que el entusiasmo siempre gana, como en el amor, y te envalentonás, y justo en el momento en que llegás a la subidita de adoquines del barrio al que vas, tan confiado, descubrís que tu recuerdo de la subidita no es del todo exacto: la pendiente es muy suave, y solo se hace pronunciada después del portón de acceso, y entonces, en una milésima de segundo comprendés que lo que te va a detener no es la subidita, sino el portón y ¡PLAM!, media trompa de la chata contra el portón, media trompa contra el muro. El portón se dobla y vuela dos metros para atrás. Al muro le saltan un par de ladrillos. A la chata mejor ni la miremos.
O sí, miremos. Nada grave, tesoro. Nada que no se pueda reparar. Igual a como eras antes de esto nunca vas a quedar. Pero bueno, reparar es eso: nadie espera otra cosa de una reparación. Y del portón, y del muro, qué te puedo decir, presidente del consorcio del barrio cerrado, no te enojés, tengo seguro, te doy el número, llamá, son buena gente. Sé que preferís que te pague todo acá porque querés arreglar tu portón ya, y el seguro te tarda, te tarda, te tarda. Pero ¿te acordás la primera vez que entré a tu barrio, que me pediste tantos papeles, análisis de sangre, de orina, antecedentes penales? Bueno, también me pediste un seguro, y acá está. Mi derecho a quedarme sin frenos siempre estuvo asegurado.
O sí, miremos. Nada grave, tesoro. Nada que no se pueda reparar. Igual a como eras antes de esto nunca vas a quedar. Pero bueno, reparar es eso: nadie espera otra cosa de una reparación. Y del portón, y del muro, qué te puedo decir, presidente del consorcio del barrio cerrado, no te enojés, tengo seguro, te doy el número, llamá, son buena gente. Sé que preferís que te pague todo acá porque querés arreglar tu portón ya, y el seguro te tarda, te tarda, te tarda. Pero ¿te acordás la primera vez que entré a tu barrio, que me pediste tantos papeles, análisis de sangre, de orina, antecedentes penales? Bueno, también me pediste un seguro, y acá está. Mi derecho a quedarme sin frenos siempre estuvo asegurado.
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