Tres poemas de Mark Strand
LA HISTORIA
Es la historia de siempre: quejarse de la luna
que se hunde en el océano, de las estrellas que se apagan
con la primera luz, del césped húmedo
de rocío, del césped que se tiñe de plata, del frío césped.
Sigue y sigue: un hombre mira fijo
su sombra y dice que es él mismo hecho ceniza
que se desprende y cae, y dice que en verdad
sus días son los agujeros negros que hay en el espacio.
Pero no es cierto nada de esto.
Vos sabés de cuál hablo: es la de los minutos que agonizan,
las horas y los años; es la historia que cuento sobre mí,
sobre vos, sobre todos los demás.
LLEGAR A ESTO
Hicimos lo que se nos dio la gana.
Nos libramos de sueños, prefiriendo la industria
pesada de cada uno, y le abrimos las puertas al dolor
y al hábito imposible de quebrar lo bautizamos “ruina”.
Ahora estamos acá.
Está lista la cena y no podemos comer.
La carne está apoyada sobre ese lago blanco que es el plato.
El vino espera.
Llegar a esto
tiene sus recompensas: nada se nos promete y nada se nos quita.
Y no tenemos corazón ni nada que nos salve,
ningún lugar adonde ir, ni tampoco razón para quedarnos.
QUE LAS COSAS MANTENGAN SU ENTEREZA
En un campo,
yo soy la ausencia
de ese campo.
Eso se cumple siempre:
donde quiera que esté
soy lo que falta.
A mi paso,
el aire se separa
y siempre vuelve a unirse
llenando los espacios
donde estuvo mi cuerpo.
Todos tienen razones
para moverse,
yo me muevo para
que las cosas mantengan su entereza.
De Me va a encantar el siglo XXI (Gog y Magog, 2011)
Traducción de Ezequiel Zaidenwerg
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