Los
mosquitos gigantes que asolan los jardines donde trabajo no transmiten
el dengue, le temen. Hablan de él como si fuera un monstruo. Algunos se
suicidan por el miedo. Suelo ver sus cuerpos flotando o hundidos en mis
piletas. Es un miedo paralizante que los hace perder velocidad, quedarse
quietos y caer al agua, donde mueren. A veces, para no pensar que el
miedo puede llevar a la muerte, imagino que ellos se quedan quietos, más
bien, porque se les acaba la pila, que son mosquitos
a pila. Pero cuando los saco con el sacahojas y los destripo entre mis
dedos compruebo que no, las pilas no están. Está el miedo, nada más, se
nota porque todo el interior de un mosquito gigante muerto de miedo es
pálido y parece leche.
Anoche llegué a casa tarde. Me dormí y tuve
ese sueño balsámico en que los mosquitos eran a pila. En el sueño,
muchos de ellos llevan pilas autorrecargables (como las baterías de los
autos). Son los que no se suicidan y se acercan a hablarme y contarme
sus problemas. Pero al despertarme supe que no. Los sueños dicen la
verdad, pero mienten. El miedo te puede aplastar como a un mosquito. Ni
siquiera alcanza con ser gigante.
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