viernes, 22 de mayo de 2015

En "Las ratitas" hay tres caniches


Dice en feis Felix Bruzzone
13 horas · Editado · 
Clienta con tres caniches. Uno se llama Francesco. Otro Duilio. El tercero, Amílcar. Amílcar me hace acordar a almíbar y me empalaga. Duilio me hace acordar al pintor Pierri, que alguna vez fue cliente mío, y con quien la cosa terminó bastante mal. Todavía recuerdo llamados míos reclamándole pagos muy atrasados y el tipo simulando ataques de pánico y gritando: "¡Tengo que vender algo, tengo que vender algo!" Y con Francesco, pasa que la primera vez que escuché que lo llamaban entendí que su nombre era Chejov y me acerqué. ¿Posta te llamás Chejov?, le pregunté. El perrito me ladraba y daba saltitos, en círculo. Evidentemente no iba a contestarme. Y evidentemente no se llamaba Chejov. Es un perrito negro y encorvado, como su dueña. Paréntesis: su dueña es la que tiene un cartel de madera tallada que dice "Las ratitas" en la puerta de su mansión. No sé si el cartel se refiere a sus tres perros, que parecen ratas, o a ella y todos sus parientes, que lo son. Decía: Francesco es un perrito negro y encorvado, como su dueña, y no se sabe quién imita a quién. Encorvado y malhumorado. Siempre mantiene distancia prudencial y sería imposible acertarle una patada. Una vez logré convencerlo de acercarse a mi mano, para entrar en confianza, y tarasconeó. ¿No te dan de comer? Con los caniches es todo muy inútil. No entiendo cómo la gente los soporta. Por otra parte me gustaría que me dejen uno en casa, un día, para entablar relaciones verdaderas, conocer a la especie y que ellos me conozcan a mí. Porque quizá ellos también necesiten conocerme, antes de que la cosa termine mal y me decida por ahogarlos a todos. ¿Por qué hay que dejar que las cosas lleguen hasta el límite? ¿Por qué no pararlas antes? Aunque sea un poco, ¿no? Sos espantoso, Francesco, es la pura verdad, pero en una de esas algo rescatable hay en vos. Algo que nos salve del odio, del mal mayor, de la desesperación.

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Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...