Uno de los expositores patagónicos hablaba de "la ley del coirón" y los jujeños la equiparaban a la ley del cardón: la exigencia de la literatura regionalista de hablar del color local radicado en sus elementos vegetales paisajísticos típicos. Yo, de viajera, digo que la ley del cardón es enamorarse de ellos, de nuestra imposibilidad de entender cómo eso crece ahí, crece tanto, tan rígido, tan aferrado, tan inamovible.
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