miércoles, 3 de septiembre de 2014

Y me astillé contra esas palabras

Clavada en mi silla, clavada en mi puerta





VIOLETTE LEDUC
Tomada de fabricadelamemoria.com 






















(Arras, Pas de Calais, Francia, 1907 -Faucon, id., 1972)

“Mi madre no me ha dado nunca 
la mano... Me ayudaba a subir, a bajar 
las aceras pellizcando mi vestido a la 
altura del hombro, allí donde las 
costuras de la manga es fácil de asir.”
De La asfixia
**

Es barroco, el sexo de un hombre en 
la mano de una mujer. Es la raíz de la 
vida. 
**

¿Y la literatura? Me abruma... Estoy cercada; escribo 
lo que he vivido.
Doy relieve a dramas convertidos en naderías con los años... 
Escribir es dar nuestro calor. He dado mis manos tibias 
a una sierra de metales en una quincallería... 
Escribir es prostituirse. Es coquetear, es venderse. Es 
tal vez algo peor: la prostituta no siente nada... 
Escribir es empapar la pluma en agua de mar el primer 
día de vacaciones. 
Todo el mundo ve el cielo, todo el mundo es escritor. 
Lo demás son juegos de espejos... 
¿Escribir o callarse? 
Escribir la palabra imposible en la curva de un arco iris. 
Todo estaría dicho.
***

Imperioso, perentorio como una ráfaga de granizo. Colosal como una nube de Holanda. 
Irresistible. Me fulmina cuando divago, me quema cuando monologo. El silencio después 
de la partida de mis cuarenta amigas. El silencio en el cual me diluyo, me expando. Es 
mi jardín, polvo y flores grises. Siempre se callan en casa. Silencio de tres libros junto al 
lecho, silencio de las fotografías, silencio de mis medias sobre la silla, silencio de mi hacha, 
silencio del hielo. El silencio; adorna mis cosas, mis objetos, la lámpara, el florero, el 
pimpollo de rosa. Leo en mi cama; una tiara; es el silencio sobre mi cabeza. Cosas, objetos, 
nuestra comunidad en el silencio. Un latido, mi corazón, la muerte golpea en el fondo de los 
mares. Una colmena en invierno, parece una cabaña sin vida, es mi cabeza; escucho el 
silencio de mi brasero apagado, soy la guardiana del silencio. Clavada en mi silla, clavada 
en mi puerta. Demasiado silencio. ¿Sangra en la pared? Es el silencio, está en mis venas. 
La silla se callaba, el silencio la adormece, letanía del silencio, esa silla. El espejo a lo lejos 
me vigila, el cielo por encima de la ropa tendida se asombra: es el silencio ante el vidrio. 
Las olas descansan, son más blandas que mi seno, es el silencio de mi noche blanca (...) 
Miles de otros muertos, miles de estrellas nuevas, me miran, me ven muerta. Silencio, silencio. 
Yo marchaba junto al maíz y los girasoles, la luz me hería. El silencio, el sol, un escarabajo huía. 
Silencio de un botón de nácar en el sendero. (...) No hay más que palabras definitivas. No hay 
otras palabras. Tengo una fiebre de buscador de oro para encontrar esa palabra: el diamante 
de una obrera. Si no la encuentro voy a arrastrarme a lo largo de los cafés cerrados a las 
once de la noche. Las sillas, una sobre otra, son elocuentes, y yo estoy muda. ¿En qué te 
has convertido, tú, que querías escribir? Un pedazo de diario pisoteado con el que se divierte 
el viento en una calle pisoteada. (...) Las tres de la mañana. Las cuatro de la mañana. 
El alma es friolenta, el corazón no está tranquilo, las manos están vacías, el pie que 
movemos dentro del zapato no demuestra que estemos vivas, estamos lívidas hasta 
la punta de los dedos, nos apretamos las unas contra las otras, esperamos el día. 
La vieja reinita desteje su bufanda, destruir la embellece. 
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Las tres de la mañana. Las cuatro de la mañana. El alma es friolenta, 
el corazón no está tranquilo, las manos están vacías, el pie que movemos 
dentro del zapato no demuestra que estemos vivas, estamos lívidas 
hasta la punta de los dedos,  nos apretamos las unas contra las otras, 
esperamos el día. La vieja reinita desteje su bufanda, destruir la embellece. 

(de La locura ante todo, Editorial Sudamericana 1973, Buenos Aires.
Traducción de Estela Canto)
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Me iré como llegué. Intacta, cargada con los defectos que me torturaron. 
Habría querido nacer estatua. Soy una babosa bajo mi estiércol. Virtudes, 
cualidades, valor, meditación, cultura. Me crucé de brazos y me astillé 
contra esas palabras.

De La bastarda


Tomado de http://elmundoincompleto.blogspot.com.ar/2014/09/
clavada-en-mi-silla-clavada-en-mi-puerta.html?spref=fb

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Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...