Masterchefs literarios
25-09-2014 |
Mientras el Filba Internacional 2014 rinde homenaje a la literatura boliviana, la editorial Santiago Arcos acaba de publicar una antología de narrativa contemporánea del país andino. Compartimos parte del prólogo.
Por Sergio Di Nucci, Alfredo Grieco y Bavio y Nicolás Recoaro.
La literatura de Bolivia parece cada vez menos boliviana y cada vez más literatura a secas. Antes que juicio de valor esto es mera constatación. La historia narrada someramente en el párrafo anterior, y la coyuntura actual a la que ha conducido, es un telón de fondo omnipresente para los autores aquí antologizados, quienes sin embargo rara vez aluden a él de forma expresa, y sólo intérpretes empecinados buscan formar las líneas con puntos, recalcar los vínculos o las desvinculaciones. Desde una distancia media, antes de configurar una figura en el tapiz, “el panorama de nuestra novela nacional se ve agitado y convulso. Los caminos transcurridos hoy son muchos: las relaciones de poder, las batallas cotidianas de la intimidad, la vuelta a ciertos autores latinoamericanos, la exploración consciente de las ciudades como espacios capaces de producir ficción y de poner en crisis ciertas concepciones estéticas, la migración, las encrucijadas de la literatura con la historia, la problemática de los subgéneros..” Así trazaba su lienzo nacional el joven novelista Sebastián Antezana en las Jornadas de Literatura Boliviana, que precedieron a la Feria del Libro paceña 2014.
Con el Proceso de Cambio se llegó a una confluencia de pacificación social y prosperidad económica ignorada para la República boliviana. Que ya no es República, sino Estado Plurinacional. Tantos fueron los procesos, tantos los cambios. Para todos cuantos antes interactuaban en el campo cultural, y para los más jóvenes que se sumaban a él, la urgencia de la Reforma y la Revolución nacionales ha pasado a un segundo plano. Porque ya hay quien se ocupe de ello, con firmeza, con eficiencia y con resultados. Y también, porque ya ha ocurrido: ya es un hecho. El gobierno del Movimiento al Socialismo ha transformado Bolivia sin ellos y ellas, sin los escritores e intelectuales de ONGs y consultoras, sin aquellos que subsistían en una prolongada pero precoz menopausia masculina de ambos sexos, parafraseando heréticamente la expresión de la novelista Spedding sobre los héroes de tantas novelas de sus colegas.
Autonomías, carajo: Regionalismo y Literatura
La falta de un espacio autónomo para la literatura en una Bolivia que no podía despertar de la pesadilla de la historia había sido queja o basso continuo para casi doscientos años de vida nacional independiente. Sin júbilo, con sorpresa, sin admisiones en voz alta por parte de los beneficiarios, las presidencias de Evo Morales han consagrado la autonomía de la literatura bo liviana. Sin que ello fuera en absoluto un fin intencional de las acciones políticas del Gobierno.
Como concepto y como ideal —pontificaba el intelectual argentino David Viñas—, la autonomía de la literatura es tan relativa como la autonomía de Puerto Rico. En un plano más propiamente político, al fin de la década ganada del masismo, la autonomía reclamada en pie de guerra por los departamentos de la Media Luna del Oriente, acaudillados por Santa Cruz de la Sierra —la ciudad más pujante, opulenta y empresarial del país—, es ya un fait accompli por más detalles técnicos que falten para formalizarla. En la Argentina que mira al Brasil y a los Estados Unidos, vivimos acostumbrados al federalismo; a veces cuesta recordar que Bolivia, como Chile o Uruguay, son países unitarios, en cuya historia ha faltado un protagónico eje Rosas-Yrigoyen-Perón. La nueva relación, más libre, con el poder central ejercido desde La Paz, ha deflacionado la utopía política cruceña, pero no ha detenido su ‘milagro económico’. Hasta 2014, en los últimos 25 años las exportaciones fiscalizadas de Santa Cruz crecieron 54 veces: de 53 a 2900 millones de dólares. Con 370 mil kilómetros cuadrados, el departamento representa el 34% del territorio, pero aporta por sí solo el 70% de los alimentos de Bolivia. En 2011 y 2012, Santa Cruz creció un 8,6%, lo que superó la expansión del PIB de Chile, Argentina y Brasil.
Orientes post-autónomos:
Narrativas cruceñas sin fronteras. La nueva Constitución Política del Estado Plurinacional ha consagrado en 2009 para los nueve departamentos bolivianos una autonomía de la que nunca gozaron durante la República. En la clásica novela cruceña Tierra adentro (1946), el protagonista, Lucio Salazar, recién llegado de estudiar en Bélgica, sufre de un doble relegamiento, intelectual —no hay un ‘cuarto propio’ para la literatura en la ciudad de los anillos— y territorial —el Oriente boliviano no puede elegir su propio destino, vive preso de la burocracia centralista de tinterillos cagatintas en Sucre y La Paz—. Hoy los cruceños tienen frente a ellos una inusitada autonomía. Si a regañadientes quieren ver en ella, antes que el deseo hecho realidad, una suerte de regalo colla empaquetado para los cambas, la autonomía no es por eso menos real. Tal vez sean los escritores quienes hayan respirado a pleno pulmón con esa nueva autonomía. Y, signo que sólo puede considerarse de buena salud, empiezan a darla por sentado. En las narraciones de Maximiliano Barrientos, de Alejandro Suárez —cubano radicado en la ‘Miami sin mar’ desde finales de los años noventa—, de Liliana Colanzi, de Emma Villazón, de Saúl Montaño, de tantos otros, la circunstancia cruceña ha dejado de ser opresiva y oprimente, o idiosincrática y reivindicatoria, y la vida se vuelve exaltante y abierta. Ya no son los tiempos de La virgen de las siete calles, del encierro en el laberinto de los chismes pueblerinos como en esta novela de 1941 del periodista
Alfredo Flores. De Santa Cruz se puede partir, y a Santa Cruz se puede regresar. Más allá de las vidas de los autores, los títulos de sus publicaciones proclaman esa partida centrípeta, desde los libros de cuentosHoteles (2007) de Barrientos o Vacaciones permanentes (2010) de Colanzi, y pasando por Conductas erráticas (2009), la primera antología de no-ficción boliviana, al cuidado del tándem Barrientos-Colanzi, hasta La ola(2014), primera novela de la misma Colanzi.
Narrativas cruceñas sin fronteras. La nueva Constitución Política del Estado Plurinacional ha consagrado en 2009 para los nueve departamentos bolivianos una autonomía de la que nunca gozaron durante la República. En la clásica novela cruceña Tierra adentro (1946), el protagonista, Lucio Salazar, recién llegado de estudiar en Bélgica, sufre de un doble relegamiento, intelectual —no hay un ‘cuarto propio’ para la literatura en la ciudad de los anillos— y territorial —el Oriente boliviano no puede elegir su propio destino, vive preso de la burocracia centralista de tinterillos cagatintas en Sucre y La Paz—. Hoy los cruceños tienen frente a ellos una inusitada autonomía. Si a regañadientes quieren ver en ella, antes que el deseo hecho realidad, una suerte de regalo colla empaquetado para los cambas, la autonomía no es por eso menos real. Tal vez sean los escritores quienes hayan respirado a pleno pulmón con esa nueva autonomía. Y, signo que sólo puede considerarse de buena salud, empiezan a darla por sentado. En las narraciones de Maximiliano Barrientos, de Alejandro Suárez —cubano radicado en la ‘Miami sin mar’ desde finales de los años noventa—, de Liliana Colanzi, de Emma Villazón, de Saúl Montaño, de tantos otros, la circunstancia cruceña ha dejado de ser opresiva y oprimente, o idiosincrática y reivindicatoria, y la vida se vuelve exaltante y abierta. Ya no son los tiempos de La virgen de las siete calles, del encierro en el laberinto de los chismes pueblerinos como en esta novela de 1941 del periodista
Alfredo Flores. De Santa Cruz se puede partir, y a Santa Cruz se puede regresar. Más allá de las vidas de los autores, los títulos de sus publicaciones proclaman esa partida centrípeta, desde los libros de cuentosHoteles (2007) de Barrientos o Vacaciones permanentes (2010) de Colanzi, y pasando por Conductas erráticas (2009), la primera antología de no-ficción boliviana, al cuidado del tándem Barrientos-Colanzi, hasta La ola(2014), primera novela de la misma Colanzi.
Masterchefs: Las normas literarias se internacionalizan
Cuando Elba Rodríguez, la campeona 2014 del Masterchef argentino, presentó una sopa de maní, los televidentes atribuyeron su éxito al ethno-chic aprendido o destilado de sus papás bolivianos. Pero cuando presentó una lasagna, el buen éxito, tan real en el reality, parecía menos explicable —pero no menos real—. Sin menoscabar la singularidad de Elba, hay en Bolivia una promoción de masterchefs literarios. Basta con reparar en la vigente presencia de autores como el cruceño Darwin Pinto Cascán, el paceño Rodrigo Urquiola Flores o el cochabambino Ramón Rocha Monroy (escritor y ‘gastrósofo’, autor de la incisiva novela histórica Potosí 1600, 2002), entre un número nutrido de narradores, en el catálogo de la editorial multinacional Alfaguara. Ya en el exclusivo suelo boliviano, aunque con creciente distribución exterior, una de las novelas más vendidas de los últimos años, que sobrevivió a ser pirateada gracias a que su editorial en La Paz —antes Gente común, hoy 3600— supo difundir una muy barata versión en formato bolsillo, es Periférica Boulevard (2004, reversionada como cómic o novela gráfica en 2014), de Adolfo Cárdenas Franco. Del libro se ha dicho “que se enmarca dentro del género policial urbano, el relato negro, la novela de corte realista, el permanente experimento estilístico, el barroco latinoamericano y, sobre todo, la parodia”. Parece muy cierta esta definición acumulativa que acuña del libro la también novelista Verónica Ormachea Gutiérrez (autora de Los ingenuos, una muy significativa novela sobre la Revolución de 1952 que publicó Alfaguara en 2002). Periférica Boulevard ofrece otra definición, como subtítulo: ‘Ópera rock-ocó’. Lo que en otra época podría haber sido una novela de costumbres urbanas y conurbanas en período de cambios veloces, de los tiempos cuando la revuelta se convierte en estilo, y viceversa, se vuelve aquí en el abigarrado ejercicio estilístico, sin duda válido, de una estética posmoderna. El lector que compare “El chojcho con audio de rock pesado”, cuento de 1992, con su versión maxi en la novela, puede advertir cómo un Gran Cuentista Nacional ha ganado en buena ley el brevet de Masterchef for Export. En la obra de Víctor Hugo Viscarra (m. en 2006), cronista y poeta de los barrios bajos paceños, entraba buena parte de la misma materia, sólo que en versión ‘realista sucia’, en evitación permanente de toda elocuencia y retórica rococó, pero sin evitar jamás las grandilocuencias del alcohol y de la noche.
Bulevares de cintura: Las periferias chic del mainstream
Bulevares de cintura: Las periferias chic del mainstream
Las ediciones Yerba Mala Cartonera, en connivencia y colusión con las editoriales cartoneras hemisféricas, demostraron desde 2006 que un proyecto de literatura alternativa era posible; sobre todo, que podía convocar a escritores, combatir al Establishment (y ser tenido en cuenta en estas lides), dar premios, despremiar a los consagrados, y buscar erigir un canon a su imagen y semejanza. No contentos con premiar a los ganadores, los jurados de los Premios Literarios en Bolivia suelen incurrir en la censura de los perdedores. Los Premios ocupan un lugar más central, y más disputado, que en otros países latinoamericanos.
Generan al instante publicación y público para el ganador. Y un capital, más allá de la remuneración, que lo acerca a su profesionalización como escritor. El origen o el posicionamiento, en la ciudad de El Alto —un balcón o un cerco sobre La Paz—, de escritores como Beto Cáceres, Darío Luna, Aldo Medinaceli, Crispín Portugal, enfatizaron y verosimilizaron su estética (después algunos siguieron otros caminos; en el caso de Portugal, el del suicidio). La Cordillera Real y el pico nevado del Illimani sobrevuelan el shopping andino más alto del planeta, la Feria 16 de Julio de El Alto, donde cada jueves y cada domingo, como en el Mercado 4 asunceno, puede comprarse desde un alfiler hasta una 4×4, entre p’eske de quinua, chicharrón de cerdo, aguayos y (cada vez menos) ropa norteamericana de segunda mano. No ha de sorprender el carácter e impronta pop de estos escritores; 20 De la Tricolor a la Wiphala acaso un poco más, sus no infrecuentes entonaciones reivindicatorias o miserabilistas.
Generan al instante publicación y público para el ganador. Y un capital, más allá de la remuneración, que lo acerca a su profesionalización como escritor. El origen o el posicionamiento, en la ciudad de El Alto —un balcón o un cerco sobre La Paz—, de escritores como Beto Cáceres, Darío Luna, Aldo Medinaceli, Crispín Portugal, enfatizaron y verosimilizaron su estética (después algunos siguieron otros caminos; en el caso de Portugal, el del suicidio). La Cordillera Real y el pico nevado del Illimani sobrevuelan el shopping andino más alto del planeta, la Feria 16 de Julio de El Alto, donde cada jueves y cada domingo, como en el Mercado 4 asunceno, puede comprarse desde un alfiler hasta una 4×4, entre p’eske de quinua, chicharrón de cerdo, aguayos y (cada vez menos) ropa norteamericana de segunda mano. No ha de sorprender el carácter e impronta pop de estos escritores; 20 De la Tricolor a la Wiphala acaso un poco más, sus no infrecuentes entonaciones reivindicatorias o miserabilistas.
El periodista y escritor Edson Hurtado publicó en 2011 Ser gay en tiempos de Evo, catalogado como el primer libro de temática autodesignadamente gay del país gobernado por el primer presidente indígena de Latinoamérica. Desde la tropical Santa Cruz de la Sierra, la ciudad boliviana cuyo esqueleto está hecho con anillos que serían la perdición de Tolkien, el periodista y escritor nacido en el Oriente decidió hace algunos años rescatar decenas de historias de vida de la comunidad LGBT del país andino-amazónico, resultado de una extensa investigación que reúne 140 relatos ilustrados provenientes de todos los rincones de Bolivia. La escritura feminista, extrema en muchas de sus expresiones ciudadanas —así los graffiti— como las del colectivo Mujeres Creando animado por María Galindo, esquivó las formas tradicionales ‘cultas’ de una norma narrativa consabidamente masculina. De un feminismo menos extremo, más bien curtido y picante, está empapada la prosa de la paceña Erika Bruzonic. En palabras de Néstor Taboada Terán, Bruzonic es la “nueva Adela Zamudio”, haciendo referencia a la poeta, ensayista y maestra anarquista, pionera del feminismo boliviano, cuyo nombre actualmente corona el Premio Plurinacional de Cuento organizado por la municipalidad de Cochabamba y la editorial Nuevo Mileno.
Tomado del blog de Eterna Cadencia
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