sábado, 12 de septiembre de 2020

La vida se me amontona, se me superpone, se me atraviesa (y ni pienso impedirlo sino darle rosca)

 Como habreis notado, mis querides bloguantes y lectores, siempre fui hiperbólica y rebrotada, pero cada vez más.

Hoy me levanté a las 11 para mi clase de flamenco por tientos con Pame, pero debería decir que mi día empezó de madrugada porque leía a la 1 de la madrugada cuando decidí poner un para de capítulos de mi serie actual en el nefli y tejer un rato. Cuando empezaron a cantar los pajaritos me avivé que eran las 4.45 AM y mejor dormir un rato.

Apenas desayuné y limpié lo básico de la cuerpa propia y ecosistemal, me mandó mensajito miji que venían con Mile a comer. Sí, obvio. Almuerzo y nos vamos al corredor a andar en monopatín y pelotear un rato y treparnos al ombú. Pero en el medio, espectáculo de Rocío Molina en celu y al sol y deslumbramiento total y parcial y cruzado con gentes embarbijadas y familia que se fue caminando un rato por la vía muerta y me dejó enflamencarme a solas.

Luego heladería y casa de tía Magui a ver cómo está la tía Euge recién operada de apéndice. Mate y budín, armar casita con bloques en el piso, contar aventuras en escuelas varias (virtuales). Volver a la compu para rutina de cardio (autoimposició no muy convincente para bajar algo de peso y mejorar agilidad danzante), responder mensaje de alupno que quería pasar texto de word a pdf para enviar a concurso (resuelto), leer un par de texto del concurso para cuota de poesía CF del día y cumplimiento de tarea, blogueo acá me ven.


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Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...