A veces pienso mi vida como mamuskas que encajan perfectamente y se pliegan y despliegan generosas.
A veces lo extraño tanto que pienso en meterme en su vidita pequeña y egoísta, para que me cuide no más y no pensar en nada.
Después veo, apenas, una puntita de toda toda toda la vida mayor que se me ofrece y me abarca y no hay modo de permitir que él me someta.
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