La antropología revela que los canacas confunden órganos y vegetales
Marcelo Díaz (Bahía Blanca, 1965)
Así es. Cuando un niño canaca nace, el cordón umbilical es enterrado junto a un retoño en un lugar del bosque cercano a la aldea. Así ligados al nacer, los canacas son ellos y son también los árboles que los rodean. Esto es particularmente notorio en la lengua canaca, en la que las partes del cuerpo son nombradas con derivaciones de palabras provenientes del mundo vegetal. Una obviedad decir que para los canacas nuestro cuerpo individual es un absurdo. Mucho más de los canacas no se. Pero mientras dispongo unos troncos para iniciar un fuego, acomodo el asado en una bandeja, y hago bollos de papel de diario para encender, imagino una fogata canaca y me pregunto cómo calienta ese fuego alimentado con una parte de sí mismos. También pienso que entre los canacas el cuerpo es una extensión hacia adentro del mundo, y viceversa, por lo que cartografía y anatomía canacas, si existiesen, serían disciplinas intercambiables.
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