Abro el ojo porque entra luz por la ventana que tengo sobre mi (nuestras) cabeza, no al lado como suele suceder. Me lleva un rato recordar que estoy en su casa, que dormí allí pero no tenemos 17 años. Me siento chiquita y extraño a Norma, su mamá (no se lo digo, sólo le digo que me siento chiquita en su casa). Hemos estado soñando cosas raras, nos hemos dormido y desdormido juntos o separados toda la noche. Lo único mejor que hacer fiaca en la cama un domingo es hacer fiaca de a dos en la cama un domingo.
Lo miro levantarse e ir al baño. No me creo todavía que todo eso sea mío. Por buscar algún ancla miro el celular (tan descansada yo, tan lejos de mis malhumores matutinos): Una nueva confusión para volver aún más extraña la situción: No son aún ni las 7 de la mañana.
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