El fanzine es un esfuerzo conjunto entre el Colectivo Universitario de Disidencia Sexual (CUDS), Ediciones Mantis y Agenda KUIR. Presentaron el Fanzine: Lucha Venegas, Cristeva Cabello y valeria flores.
Sacar la lengua: el desvariar feminista de la disidencia sexual
Hoy se presenta aquí, en este amoroso y encantador fanzine, un dispositivo de pensamiento, crítica y amistad del feminismo de la disidencia sexual. Un dispositivo que bajo la forma del diálogo que me propusieron Jorge y Tomás, me hizo sacar la lengua, una vez más, gesticular una dicción estremecida en la intimidad del paladar que tensó mi propio andar feminista por los senderos siempre por inventar de las desobediencias sexuales, por los pliegues incómodos y eróticos de las poéticas activistas que resisten y distorsionan la transparencia y uniformidad de la lengua neocolonial capitalista racista heteropatriarcal institucionalizada.
En el umbral de este diálogo se montó una escena teatral de la escritura que puso en juego mi propio equipaje poético-político, armado en los avatares y despliegues de los encuentros y desencuentros entre (micro)políticas, afectos, teoría, poesía, cuerpos, en los que laten los feminismos y las disidencias sexuales y de género. Sacar la lengua, una mueca que desorganiza la topografía orgánica de la decencia y la moral, arrancarla de los lugares cómodos y habitables para hacerla transitar por la espesura y la curvatura de unas preguntas que pulsaron no sólo la singularidad de un estilo del decir/me, sino también que activó una voz colectiva tramada en una política de conocimiento “común”, no estatuida por el consenso, sino por la curiosidad insistente y el deseo obstinado de escucharse y leerse de otro modo en nuestras ficciones políticas.
Un diálogo escrito, forjado en una temporalidad que no es la inminencia o la instantaneidad, que a fuerza de merodear el pensamiento y maniobrar las palabras en la filigrana sensible del cuerpo del texto, crearon un paso fronterizo y clandestino en la cadena normativa de los saberes con/sagrados y en su caja de palabras persistentemente hirientes de nuestros sueños.
Diálogo como travesía intelectual y afectiva, con sus señas de hospitalidad y hostilidad con otros cuerpos y corpus, que busca sacar la lengua para exponerla en su tonalidad batallante, a la vez que en su índice dubitativo, excedido en su densidad metáforica, en su virulencia ficcional, en su efusiva (in)sociabilidad.
Un diálogo que da a leer un pensamiento activista, o en todo caso, el activismo de un pensar que se hace en la propia praxis escritural, siempre en busca del éxtasis, de la toma de posición táctica, de un sacar la lengua como provocación, como ofrenda, como marca, como arma, como gesto obsceno contra la normalidad de una lengua confiscada por una economía de los absolutos, los binarismos, los universales, las totalizaciones, los blanqueamientos, las censuras, las prohibiciones, los silencios, las omisiones, las tachaduras.
Este diálogo fraguado en un ahora de los primeros meses de este año que no es este presente, sino que su inscripción en una temporalidad diferida nos habla de un ahora otro de fin de año, cuyo transcurso vital se colmó de dolores a un lado y otro de la cordillera, de la pérdida de nuestros amores como hija de perra, macky corbalán, effy beth, maría eva rossi, y que esta vez nos hacen sacar la lengua un poco exhausta de tanta ausencia; ausencias que hoy se asoman a la manera de presencias espectrales que refilan las palabras que aquí pronunciamos, con la lengua afuera, obvio, como gesto mágico que las invoca en nuestra comunidad de deslenguadas.
Este fanzine, adorable artefacto de las contraculturas anticapitalistas y la autogestión comunitaria, es un parpadeo de un pensamiento feministamente herético, que intensifica la proximidad de la lejanía, y pretende dar cuenta de los laberintos de las siempre problemáticas pero potentes identidades como sitios de enunciación política y de gestión de nuestras vidas deseadas y deseantes.
Un diálogo transfronterizo que no sólo boicotea los límites nacionales, sino que sitúa esta experimentación textual en un espacio promiscuo entre la poesía, la teoría y la práctica. Un diálogo en que la práctica de escritura deviene un ademán burlesco de sacar la lengua a los escribas del régimen, erosionando las distinciones entre lo simple y lo simplificable, para capturar cómo trabaja la letra en el oficio de pensar las entre-lenguas. Pero también nos sacamos la lengua a nosotras mismas como acrobacia festiva, burla de sí y para sí, como signo de des-educarnos la promesa de cualquier radicalidad tutelada que osemos encarnar y porque sabemos que toda verdad es estratégica.
Este diálogo se precipitó como un lugar hospitalario para la extrañeza del pensamiento de la disidencia sexual, y se empeñó en “hacerme hablar”, pero escribiendo, porque como diría Pascal Quignard, “escribir es hablar callando”. Un diálogo que instigó a sacar/me la lengua del mutismo solitario, para colapsar las prerrogativas de la legibilidad y hacerme entrar en la precariedad ruinosa del sentido único, en la minúscula entraña de las cosas calladas que esperan su ocasión de decir/se.
Sacar la lengua como un modo de escapar a la normalidad de una lengua demasiado humana, para huir a la domesticación que la máquina estatal hace de nuestros modos de decirnos y sabernos, la que fagocita nuestros sentidos de la rebeldía y de la emancipación en las celdas neutralizantes y pacificadoras de la diversidad. Sacar la lengua a una exterioridad en cuyo adentro habitan los desperdicios de lo útil y funcional, con los que creamos nuestras vidas en constante disputa contra la lesbohomotransfobia, el patriarcado internalizado, el racismo, la moral burguesa y cristiana y la explotación capitalista.
Un diálogo que no esquivó que el acto de escribir es la violencia más grande porque trasgrede la ley del nombrar y sus enunciados coagulados, tallando al mismo tiempo los tropismos de una voluntad revolucionaria contra toda autoridad, contra toda forma de servidumbre. Un diálogo que fue motivo de ensayo de una lengua viajera hecha en las fronteras porosas de un territorio que sostiene y socava a la vez, el extraño poder de erizar el espacio entre dos palabras, poblándola de diferencias o minúsculos extravíos.
Un diálogo sostenido en una ética materialista de la escritura, en una apuesta a convivir con la intemperie del mundo y su rigor, con sus mutaciones imperceptibles, haciendo de la palabra un gesto político y amoroso de incidencia en nuestros deseos vitales.
Un diálogo que fue una diáspora del parloteo balbuciente y la gesticulación orgiástica del pensamiento poético, de la embriaguez ficcionante de un activismo sexopolítico que no renuncia al susurro, al soplo, al tartamudeo, al escepticismo optimista, a la trampa perspicaz, a la propagación de la duda y, fundamentalmente, no renuncia a acurrucarse en una comunidad escritural que no cesa de sacar la lengua, de desvariar en la insolencia de escribir como no se debe.
valeria flores
9/12/14
Texto leído en la presentación del fanzine “desmontar la lengua del mandato, criar la lengua del desacato".
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