Nochebuena en casa: mamá, papá y tres hijitos. Cuando fuimos a sacar la foto en el sillón, Rafa agregó a Fido, Carucha y la Gatitanera y Magda dijo:"¿Es necesario?¿Qué somos, la familia tipo?"
Y estuvimos bastante "tipo" pero en modelo felices: a la tarde Magda me dijo que la espere para hacer la ensalada de frutas, y Rafa preguntaba a cada rato quién venía y Julián devolvió la mesa y las sillas del jardín que se había llevado y trató de conseguir otra bodeadora que la nuestra no anda pero no se consiguió. Y Gustavo estuvo trabajando (y ya temía yo que fuera como cuando vivíamos juntos que nunca llegaba a tiempo y todos colgados esperándolo) pero llamó a las 8.30 (qué buen horario para no crear ansiedades)para avisar que hacía el último viaje y caía, que compráramos acá la cerveza.
Y Magda empezó las pizzas y yo me fui a bañar que me había olvidado que era necesario y ella me hizo estirar la masa con las manos encremadas pero después quiso que la dejara sola para hacer a su manera unas genialidades de rúcula, tomate cherri cosecha casera, cebolla, morrón, caprese y "aburrida", para los aburridos.
Mientras, con Ju hicimos una picada con salame (para los salames, je) y ahí cayó papi y fingió haberse olvidado de traerme helado pero Ju lo deschavó con que, desde el fondo donde estábamos sentados, lo vio poner el helado en el frizer (él, hasta último momento sostuvo que había guardado carne).
El jardín parecía una cueva porque el pasto estaba largo y pusimos una luz en el árbol rosado y dos velas en la mesa. Y nadie me dejaba sacar fotos porque no entienden mi desesperación por fijar la felicidad o porque quieren enseñarme que no hace falta tener miedo ni querer fijar porque esto es lo más común del universo y puedo tenerlo todo el tiempo.
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