Sé que poca gente me creerá, que ni la que yo fui hace tres meses me lo creería, porque es bien increíble, pero aceptémosló: las cosas increíbles suceden todos los días y no es de buena gente negarse a aceptarlas cuando llegan, sobre todo cuando una estuvo deseándolas tanto tiempo:
Él, parado en la vereda de su casa, delante del garage donde nos odiamos tanto hace 12 años, yo en mi auto, diosa de ventanilla baja y codito hacia afuera. Le hago trompita; me tira besos con la mano.
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