De mis ampelopsis chiquitas. Ocho. Plantadas por Pepe después de que el vecino arrancó toda la que cubría el cerco en común y mi reja del fondo. Alegoría de todo. Botones de vida a punto de estallar desde un palito que parecía seco. Y no tengo que hacer nada. Sólo dejarla ser y mirar.
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