Emilse Galvis: “La escritura para Simone Weil es una forma de experiencia ética”A propósito de los 80 años de la muerte de la filósofa francesa, presentamos una entrevista relacionada con el libro “Simone Weil: escritura de la gracia, atención y materialidad” (editorial Universidad de Los Andes).
Llegué a la obra de Simone Weil por un libro de Roberto Espósito titulado El origen de la política ¿Hannah Arendt o Simone Weil? Desde que me acerqué a ese libro, hace ya más de 10 años, empecé a profundizar en la obra de Simone Weil y a comprender su pensamiento, su fuerza y su enorme potencia para pensar el presente. Considero que en esto último reside mi interés por investigar y estudiar su obra a profundidad, creo que la obra de Simone Weil arroja muchos elementos de análisis y posibilidades éticas, estéticas y políticas para pensar nuestro presente. Recuerdo que uno de los primeros libros que leí fue La Condición obrera y, en medio de las cartas, de su experiencia de fábrica, pensé de inmediato que esa mirada sensible y singular sobre el trabajo manual, sobre la fábrica, sobre el cuerpo, tenía mucho que decirnos sobre lo que sucede hoy en el mundo.
¿Por qué es importante hoy leerla?
Segundo, porque Simone Weil sitúa con mucha fuerza el vínculo indisociable entre religión y política y este diálogo es muy fructífero para pensarnos en Colombia y en América Latina. Para Simone Weil la espiritualidad se aproxima más a un conjunto de prácticas éticas y espirituales de lo que podríamos llamar religiosidad, que a un ideal de religión como institución que ella misma problematiza.
Tercero, porque Simone Weil dialoga y confronta distintas tradiciones de pensamiento como lo son el marxismo, el cristianismo, el liberalismo o el judaísmo. Simone Weil perfectamente puede ser heredera de Marx y se adhiere al marxismo de la época, pero a la vez es una crítica contundente del marxismo. Sucede lo mismo con el cristianismo o con el Judaísmo y en este sentido es una pensadora de una gran lucidez en este diálogo con distintas tradiciones de pensamiento.
¿Cómo pueden ser la escritura y la gracia ser un asunto ético-político?
La escritura ha sido un asunto que me ha interesado mucho en la filosofía de Simone Weil porque ella muere el 24 de Agosto de 1943, a sus 34 años y deja cerca de 40 volúmenes escritos que fueron publicados póstumamente. Yo me preguntaba ¿Cómo puede una pensadora que muere tan joven, escribir tanto y en tan poco tiempo? ¿Qué es la escritura para Simone Weil? ¿Cuál es la relación entre su escritura y su existencia siempre atravesada por experiencias como ser obrera, participar en la guerra civil española, adherirse al cristianismo? Además Simone Weil escribe cartas, disertaciones, ensayos, diarios, poemas, aforismos, libros, llamamientos, etc y todos ellos escritos con una sensibilidad muy particular, muy profunda.
Así que decidí hacer mi tesis doctoral persiguiendo estas preguntas y lo que encontré en sus obras es que la escritura en Simone Weil no es solamente un hábito que atraviesa su historia de vida o un relato autobiográfico de su existencia, tampoco es solamente una actividad en la que mediante pluma y papel se plasman un conjunto de ideas, la escritura para Simone Weil es una forma de experiencia ética, es una manera de habitar con otros, de recibirlos, de compartir su dolor. Lo que ella encuentra en la fábrica es que aquellos obreros olvidados, y ella misma como obrera, escriben su propia historia mediante los rostros cansados, los cuerpos agotados, los silencios, los ruidos y las manos.
Hay una escritura en esa materialidad del trabajo manual que es a la vez un umbral entre lo que se sufre, entre la desgracia extrema [Malheur], y aquello que salva en medio del sufrimiento que ella describe como gestos de amor, gestos de bondad, gestos de fraternidad. La escritura es un umbral entre la desgracia y la gracia y es una práctica ética, que se interroga por la manera como vivimos, y política porque siempre habitamos con otros en un mundo común. Su escritura es una fuerza, un impulso vital, un aliento.
¿Es válido interpretar entonces la atención como un método? ¿Por qué es tan relevante ese concepto en la filosofía de Weil?
Atención creo que es uno de los términos más importantes y transversales en la filosofía de Simone Weil. De hecho su filosofía es una filosofía de la atención [attente]. La atención no es un ejercicio intelectual que se comprende como una suerte de concentración interior, la atención es más bien una actitud o una disposición ética de acogida, de espera, de recibimiento siempre expuesta hacia el exterior. La atención es una mirada que acoge, que recibe y que abre grietas de sentido allí donde éstas no han sido pensadas, este el poder de la mirada: iluminar nuevos marcos de sentido desde el umbral, desde el pasaje, iluminar aquello que no ha sido pensado en un tejido de significación ya dado, es una mirada reflexiva.
La atención, en palabras de Weil, es “un método para el ejercicio de la inteligencia, que consiste en mirar”. Es un método de atención a lo real capaz de iluminar modos de comprensión del mundo y de su materialidad vinculados al amor, a la alteridad, al sufrimiento, al silencio, a la opresión. La atención como práctica ético-política, como método, como actitud y como mirada es su modo de filosofar y de pensar el mundo. La filosofía de Simone Weil sería entonces desde mi lectura un método de atención a lo real que mediante una mirada y una disposición ética recibe lo que en él se manifiesta, la desgracia y el amor.
Podría decirse en un cuestionamiento muy rápido y ligero que la fuerza del amor no es más fuerte que la inteligencia, y lo digo así porque lo que quisiera preguntar es por qué y cómo “debemos” entender la relevancia del concepto del amor y su relación con la gracia en Weil.
Sí creo que para Simone Weil hay una fuerza superior a la inteligencia que es el amor. Ella misma lo señala en un texto bellísimo que se llama Carta a un religioso “el papel de las otras facultades del alma, comenzando por la inteligencia, [hace] silencio cuando el amor sobrenatural se despierta de una manera natural en el alma” y es que, en efecto, el amor para Simone Weil es una práctica ética que mediante un ejercicio de atención acoge a ese otro, lo abraza, lo recibe, lo espera, lo escucha, lo ama. Para ella el amor por el prójimo es una práctica ética, pero su ejercicio no se realiza a nombre de la Iglesia, ni del cristianismo como institución, pues se trata, como afirma Simone Weil, de una práctica del amor completamente anónima, universal y es una manifestación del amor implícito de Dios.
¿Es válido pensar también que ahora es más vigente que nunca pensar ese concepto de desgracia relacionado con la fábrica y la condición obrera en tiempos de producción, trabajo en casa, etc.?
Sin duda las reflexiones de Simone Weil sobre el trabajo manual obedecen a la época de los años de 1930 y 1940 en Europa, particularmente en Francia y muchas cosas han cambiado en las dinámicas del trabajo que tenemos hoy. No obstante, situar el trabajo como condición vital de la existencia en una herencia marxista me parece fundamental y hacer una filosofía del trabajo [Philosophie du travail], como bien llama Robert Chenavier la obra de Simone Weil, resulta un aporte muy novedoso y actual. Muchos elementos son vigentes en su reflexión, por ejemplo, el análisis de la opresión, su lectura de Marx y del Marxismo en esta obra titulada Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresión social, su escritura sobre la experiencia de fábrica y su lectura de la corporalidad, la atención, la temporalidad, la cadencia del trabajo.
Algunas preguntas que podríamos pensar hoy desde las reflexiones de Simone Weil en relación con el trabajo tienen que ver con la atención. ¿De qué manera el trabajo, o las redes sociales, absorben nuestra capacidad de atención? ¿Qué significa hoy en medio de nuestras dinámicas laborales recuperar nuestra capacidad de atención entendida como práctica ética de escucha, de acogida, de recibimiento de ese otro? Las reflexiones sobre el trabajo en la obra de Simone Weil y su diálogo con Marx me parece muy productivo para pensar las dinámicas del trabajo hoy.
¿Cómo es posible hablar de un amor a Dios fuera del discurso del cristianismo desde Weil?
Simone Weil considera que el amor al prójimo es una práctica y una manifestación implícita del amor de Dios y aunque el Cristianismo ha encarnado esta práctica, lo que ella afirma es que su origen se halla en la antigüedad precristiana. Para Simone Weil el amor al prójimo es una experiencia universal que no se realiza a nombre de una religión, o de un Dios, sino en nombre de otro que sufre y que ama. En este sentido, el amor es siempre una práctica, una acción, una puesta en práctica, un ejercicio pues “Dios no ha creado otra cosa que el amor y los medios del amor. Ha creado seres capaces de amor en todas las distancias posibles”. Simone Weil se adhiere al cristianismo por considerarlo la religión de los esclavos y narra dos experiencias bellísimas de conversión en esta búsqueda: una en la Capilla románica de oración de San Francisco, en Asís, y otra en Portugal, en medio de unos cantos muy tristes de mujeres pescadoras. Allí, escribe el Padre Perrin, descubrió el anuncio a los pobres de la buena nueva.
¿Entendí bien si aseguro que Simone Weil aporta a la materialidad de la memoria? ¿Por qué?
Esto es algo que he pensado más en un diálogo entre Simone Weil, Walter Benjamin y el papel de la memoria en la historia del conflicto armado colombiano. La memoria está atravesada por una materialidad en la que es necesario reconocer que hay condiciones de despojo, de desigualdad, de injusticia, de muerte, de dolor. Muchas veces pensamos que volver al pasado consiste en recordar, no exactamente lo que sucedió porque es imposible, borroso, confuso, pero sí en traer al presente esos recuerdos, esas huellas, ruinas y ecos del pasado. Sin embargo, la materialidad de la memoria se refiere a la manera en la que esos ecos y ruinas están cargados de unas condiciones materiales concretas y que si queremos volver a ese pasado entonces será necesario volver también a esas condiciones para tratar de encontrar allí sus posibilidades de transformación. La materialidad de la memoria es un método, en el sentido weiliano, que consiste en volver al pasado para reconocer en sus ruinas las condiciones de violencia, despojo, muerte, pero a la vez y allí mismo, en esos recuerdos y olvidos, el amor y la atención en relación con el territorio o con la comunidad. Aunque habría que profundizarlo, se trata de advertir en otros sentidos y otros registros de interpretación.
¿Cómo se resignifica, si es que eso sucede, la relación que tenemos con el dolor teniendo como base los conceptos de desgracia y escritura de Weil?
El amor, la atención, la escritura de la gracia como posibilidades de alteridad y de apertura, de recibimiento, de escucha, pueden darse allí mismo en medio de las condiciones más avasallantes como las que producen la violencia, la guerra, la opresión y muerte. De esta manera donde hay desgracia, donde hay sufrimiento, muerte, también habría manifestaciones latentes del amor. Es paradójico porque allí donde hay desgracia, hay gracia, donde hay dolor habrían también manifestaciones del amor o la atención, así sea bajo la forma de un recuerdo, como un instante efímero, o un pensamiento fugaz.
He pensado mucho esta relación en obras literarias como “Los Ejércitos” de Evelio Rosero, en “Abraham entre bandidos” de Tomás González, en una obra bellísima que se llama “Los recuerdos del porvenir” de Elena Garro. Allí, y en las miles de historias del conflicto armado en Colombia, es posible pensar este vínculo entre desgracia y gracia. Finalmente el amor atraviesa nuestra cotidianidad y diría Simone Weil que en los momentos de extremo dolor y sufrimiento es lo único que nos salva.
En medio de los auges del feminismo, ¿qué aporta la obra y la lectura de Simone Weil?
También son muchos los aportes de Simone Weil al feminismo o son varios los puntos de diálogo. Por un lado, la filosofía de la atención como práctica ética podría considerarse una posibilidad siempre abierta a la expropiación del yo, una invitación a salir de uno mismo que podría compartir con las reflexiones que han hecho pensadoras como Gloria Anzaldúa y otras pensadoras latinoamericanas como Elena Garro o Margó Glantz.
Por otro lado, los feminismos del cuidado, los feminismos del sur, los feminismos decoloniales podrían pensarse en diálogo con las reflexiones de Simone Weil sobre el cuerpo, sobre el trabajo manual, sobre la opresión y la explotación, sobre el amor y la atención. El feminismo para Simone Weil, aunque esto habría que pensarlo con mayor atención, sería un método de atención a lo real, de allí que implique una actitud, una disposición, una práctica ética y política.
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