Es domingo y no tengo planes con nadie. Antes incluso de tomarme la pastillita y desayunar, tranplanto una plantita que parece que no estaba a gusto en ese macetón. Y junto los soretes de los perros que, después de años de escuchar discutir a Rafael y Magdalena sobre modos, tiempos y responsables, me parecen un resto de cuerpas ajenas que acomodo y nada más.
Todo mi movimiento matinal me trae acá: porque soy escritora, porque escribir es mi trabajo, mi pasión y mi vocación. (Iba a decir "lo que hago bien" pero me arrepentí pero lo digo y me hago cargo).
No tengo ninguna idea urgente ni postergada en la cabeza. Vengo a someterme a la magia de eso de "que la inspiración nos encuentre trabajando".
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