sábado, 23 de abril de 2022

En mi lista de compras para la Feria del libro

 


Puede ser una imagen de libro y texto que dice "ELENA FERRANTE 2 UN MAL NOMBRE ELENA FERRANTE u Elena F 3 LAS errante DEUDAS CAGEADEN La amiga Elena m estupenda Ferrante Đा niña perdida L 山 ! L"
Terminé, en dos semanas quizás, las cuatro novelas que conforman la saga Dos amigas, de Elena Ferrante. Me resistí durante mucho tiempo a leerla porque me sonaba a literatura rosa y cursi, pero nada de eso: es la historia potentísima de una amistad conflictiva, voraz, voluble, pero también llena de amor entre dos mujeres, Lila y Lenú, que tiene como escenario la Italia del siglo pasado, desde 1950, más o menos -las dos nacen en 1944 y la primera novela, La amiga estupenda, comienza cuando están en lo que ahora llamaríamos el kínder-, hasta el año 2007.
El auge de los movimientos obreros y estudiantiles, en contraposición con el terror que imponían los fascistas; el feminismo y sus primeras luchas, como la de legalizar el uso universal de la píldora anticonceptiva; el ascenso de la Camorra y otros grupos criminales; la cacería, por parte del Estado, de quienes fueron comunistas radicales en sus días; el advenimiento de las nuevas tecnologías con las primeras computadoras que IBM vendió en Italia; pero sobre todo, la vulnerabilidad -y aunque suene contradictorio- la inmensa fuerza de los cuerpos de las mujeres, especialmente los de la protagonista, Elena o Lenú, y esa anti heroína superdotada que es Rafaella o Lila. Cuerpos atravesados por la violencia, primero por parte de los padres y los compañeros del colegio, luego por los amantes y esposos, finalmente por la maternidad, la enfermedad y la vejez. Cuerpos de mujeres rotos en pedazos y vueltos a armar por pura necedad, cuerpos cuyos cerebros construyeron universos inalcanzables, en el caso de Lila gracias a una inteligencia superior aunque en bruto y una intuición suprema; en el de Lenú por una férrea disciplina de estudio y escritura.
Dos mujeres que fueron opuestas y quizá por ello se complementaron durante las más de cinco décadas que duró su amistad.
Estoy emocionada porque, aunque esto suene cursi, me sorprenden los alcances que tienen las mujeres: en otro país, en otra época, como amigas y a veces hasta como rivales, pero siempre a la vanguardia de todo. Las familias, las comunidades, se derrumban sin ellas.
Como dice Nino Sarratore, el hombre del que ambas se enamoran en distintos momentos de la historia: ustedes, las mujeres, son siempre mejores que nosotros.
Y el tiempo le dio la razón: el tipo fue, además de un mujeriego y un traidor, un cobarde.
Ahora la saga ocupa un lugar privilegiado en uno de mis libreros. Y créanme que no es poca cosa: cuando un libro no me gusta, me deshago de él en cuanto puedo. No lo destruyo, jamás lo haría, pero lo regalo a quien pueda sacarle provecho.

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Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...