domingo, 12 de abril de 2015

La imagen de nuestra propia desaparición

Adoro los días sin piletas para limpiar. Y si los días son varios, a la adoración se suma el olvido. Es fácil olvidar esos estanques cristalinos, las dosis de cloro que hacen falta para cada ocasión, imaginar que ellas se cuidan solas, no se pudren, se llenan de un colchón de hojas que se autolimpian, cosas así. También, en esos días, uno empieza a adorar otras cosas, se desorienta, se pierde y encuentra algún camino en la remera negra de la chica que va en el tren. Back to the future, dice la remera, y ella es muy joven para haber visto la película, pero olvidar mis piletas es una forma de volver al futuro. Hoy me mandaron una foto de un barrefondo automático. Un robot. El menemismo pileteril. Pensé: hay muchos de estos robots, cada vez que alguien ve uno se sorprende, aunque lo haya visto antes, y vaticina el final de los parias que limpiamos piletas. No es tan sencillo. El futuro de la limpieza de piletas no va a ser robótico porque la gente olvida a esos robots más de lo que olvida a los pileteros. La ventaja es importante. "Futuro", además, es una palabra muy complicada. Más complicada que "pasado". Igual está bien que pensemos en un futuro con forma de robot porque al menos tenemos una imagen, que no es poco. Es la imagen de nuestra propia desaparición. Pero eso también va a pasar, algún día.

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Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...