Bruno Di Benedetto es un poeta patagónico al que conocí y escuche leer gracias a mi Vale Pariso. Me encantan sus comentarios en feis, el otro día fue una alegría encontrarlo de casualidad en Tecnópolis. Acá les pongo algo que dice hoy:
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Me voy a dormir la siesta preocupado por que qué diablos voy a hacer con tanto mundo animal. Sueño que los cinco gatitos invaden mi casa, pero no son cinco, son cincuenta, y están en todo lados: en la cama, en el sofá, debajo de la heladera, en el placard, en las bibliotecas. Desesperación. De pronto veo que uno de los gatitos no es un gatito. Lo tomo por el pescuezo y o acerco a mis ojos: es una especie de pingüino gordo y surrealista, de plumaje corto y sedoso, verde oscuro y con reflejos iridiscentes. Tiene el pico corto y amarillo y sobre los ojos unas manchas con forma de trébol, pero de color dorado. Bello, bellísimo. Y habla:
- Tengo hambre - me dice.
- ¿Y vos qué comés?
- No sé.
- Estamos jodidos, parece.
- Sí.
Despierto con un sentimiento entre la maravilla y la tristeza. Me asomo
a la ventana. Los cinco gatos están en el banco del patio, mirándome
como lechucitas.
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