Para que yo me haya puesto sola a ver esta película en cable, ayer debo haber estado muy muy loca. (Este blog es el único registro fiel de mí misma).
Lloré por la amistad incondicional entre delincuentes y conductores de autos idiotas, me angustié por el amor que pierde la memoria y la bola de músculos que recupera el amor (ni un poquito te creo ese salto al vacío pero te lo lloro), morí por la casi novia del japonés que hace eso que hace justo cuando habían decidido sentar cabeza juntos en Tokio, me enteré de que tengo una necesidad no reconocida de normalidad, de cotidianeidad rutinaria que no sé conseguir ni mantener.
(Quién va a creerme tantas epifanías con peli tan pochoclera)
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