Dice en feis Felix Bruzzone
2 horas ·
Hola clienta rubia. Olvidemos los negocios de Macri, los adoquines de San Telmo y el barrio cerrado donde vivís. Ayer en el apuro de limpiar tu pileta me partí el dedo gordo del pie izquierdo contra un ladrillo semienterrado en tu jardín. Pensar en cosas semienterradas puede ser escalofriante. Pero ver salir la sangre desde abajo de la uña de tu dedo, la herida que sangra y no se ve, eso creo que es peor. Además el dedo duele. Y lo que está semienterrado ya pasó, ya dolió; hay daño, ¿pero qué indemnización puede reclamar un ladrillo? Los ladrillos no tienen fantasmas vengadores. Olvidemos todo esto, te quería agradecer, clienta rubia. Trajiste agua, lavaste y desinfectaste mi herida, no te dejaste impresionar por la sangre y todo eso que impresiona tanto a las rubias. Tus dedos delicados envolvieron con algodón mi dedo rústico y grande y sufriente. Debería haberme enamorado, pero no. Eso va a pasar alguna vez. Quizá en otro momento. O no va a pasar nunca. Hoy mi dedo está bien. Sube y baja. Recorre la ojota. Entra y sale de la ojota. Vuelve a pisar el pasto húmedo, para refrescarse, y se acuerda de vos. Buena enfermera resultaste. Él sí se enamoró. No sé si de vos, pero de tus dedos. Quizá ahora busque ladrillos para lastimarse otra vez. Él sí cree en el amor y en los fantasmas de los ladrillos.
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