Uf. Veníamos del sábado. Él se fue a su casa a la una y pico de la madrugada porque tenemos casas separadas y hay que respetar los tiempos de la relación. A las 10 y pico le mandé mensajito y ni bola. A la una lo llamé y nos juntamos a cocinar (él dice que no me gusta y no quiere obligarme, yo lo dejo que siga por ahí pero lo obligo a mirarme y aplaudir mientras voy y vengo por la cocina).
Lo demás fue todo con sábanas. Nos enojamos, nos reprochamos, nos volvimos a coger, ups, digo, nos volvimos a amigar. Confusiones va confusiones viene se nos hizo la noche. Y cómo me gusta salir con él de la mano por el barrio: a comprar cigarrilos, vino y queso fresco para una segunda sesión de circo culinario (que viene de mirarme el culo todo el tiempo, je)
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