viernes, 17 de octubre de 2014

Para las colegas que todavía discuten si en el aula leemos "los clásicos" o "mierda juvenil"

La identidad literaria de Harry Potter. Crónica de una lectura con mis hijos (parte 1), por Karina Bonifatti



No fueron pocos los lectores que vieron sacudirse los estantes de sus bibliotecas cuando leyeron Las voces de los clásicos en Harry Potter (Biblos, 2011). Karina Bonifatti, su autora, cuenta para EdM cómo fue que comenzó a entablar el diálogo entre tantas voces. Nada dice, sin embargo, de ese grupo que le envió a Harold Bloom varios ejemplares de su libro.

Los que subestiman los libros de Harry Potter no están viendo algo fundamental: que hasta que apareció esta saga no existía una narración moderna centrada en Pirro, Hermione y Orestes, los tres niños que se quedaron solos cuando sus padres: Aquiles, Menelao y Agamenón, marcharon a la Guerra de Troya, mito que hace tres mil años da origen a la literatura occidental.
    Se puede discutir parcialmente si los libros de JKR son buena o mala literatura; pero indudablemente tienen el mérito de ser una elaboración monumental de clásicos que tratan esa contienda y sus temas derivados. A mí me encanta cómo cuenta Virgilio, hace dos mil años, el fin de la Guerra de Troya en la Eneida; pero como Virgilio es un autor latino que escribe a favor del bando troyano porque justamente en esa tradición inscribe su epopeya, y lo hace lamentando la invasión griega, presenta a Pirro como un muchacho sanguinario, terriblemente violento, así que nadie lo asociaría con Harry… Otro autor que retoma la vida del hijo de Aquiles, y lo hace con más detalle que ningún otro, es Quinto de Esmirna, un griego. Quinto narra en las Posthoméricas todo lo que hizo Pirro para atravesar las murallas de Troya (está con los guerreros adentro del caballo de madera), incendiar la ciudad, matar al rey y ganar la larga contienda bélica. Pero Quinto escribió en el siglo III y no tuvo gran difusión por ser considerado “un poeta menor” (probablemente porque describe a los griegos como gente temerosa, no siempre valiente…, o porque parodia a Homero… influido como está Quinto por la comicidad propia de la literatura latina que tanto le gusta).

     En suma, lo que hizo Rowling mediante el enfrentamiento entre las casas Gryffindor y Slytherin en los siete tomos de su saga fue no solo darle al enfrentamiento entre Grecia y Troya la gran narración final que a la historia le estaba faltando (o que estaba faltando en la historia de la literatura, ¡idea extraordinaria!), sino poner las cosas en su lugar al dirigir ese relato maravilloso a todos los niños del mundo; porque el héroe era poco más que un niño cuando, cumpliendo con la profecía, puso fin a la famosísima guerra. Nadie antes se había dado cuenta de que en la leyenda quedaba un niño tan importante (¡el hijo del héroe máximo de Grecia!) con su historia por contar… Rowling lo hizo.
     ¿Cómo hice yo para darme cuenta? ¡Fue pura casualidad! Mis hijos leyeron la saga entre los 7 y los 15 años, justo cuando se me ocurrió releer a los clásicos, ¡y nos pasamos todos esos años conversando!... Sólo de esa forma pude detectarlo: teniendo “dos secretarios” (¡nena y nene!) viviendo conmigo y dándome respuesta inmediata a las miles de dudas y detalles que la saga puede generar a cualquier lector, más a un adulto que, como yo, se propone comparar personajes, estructuras y episodios de obras diferentes a lo largo de treinta siglos.

   Un ejemplo (hace diez años):

—Che, Emilia —ella está haciendo otra cosa—, ¿en qué libro de JKR está esa parte donde Harry hace hechizos en el agua cuando lo persiguen los cadáveres y aparece un dios que hace fuego con la varita?
—No es un dios… Y no sé si lo persiguen, el agua está llenas de cadáveres que pueden saltar… Es en el libro 6, Harry Potter y el misterio del príncipe, fijate en el capítulo “La cueva”.
—¿Y lo del fuego en el río cómo es?... –le pregunto mientras busco el capítulo: es el 26.
—No es un río, es un lago… —me saca el libro de la mano—: ¿Ves? Dice “un ejército de cadáveres que se alzaba en la negrura de las aguas”. Acá está, “lago inmenso”. Harry empieza a hacer hechizos atacado por los cadáveres que están en el agua...
—¿Con qué detiene la furia de los cadáveres acuáticos la Rowling? ¿No es con fuego?...
—Sí, la varita del director hace aparecer un anillo de llamas rojas y doradas en el agua (p. 531), ¿por?... ¿Ahí en la Ilíada qué pasa?...
—¡El peligro termina cuando Vulcano arroja una abrasadora llama dirigiéndola al río! (verso 342).
    Otro ejemplo (hace siete años):
—Che, Román, ¿en la saga hay otra familia de Longbottom que no sea la de Neville?
—Sí, pero no son parientes…
—¡Justo! ¿Pero dónde está eso, que no lo encuentro?
—Fijate en La enciclopedia de Harry Potter en castellano, ahí dice que no se sabe si los Longbottom están relacionados con otros Longbottom, Harfang y Callidora Longbottom, ¿por?...
—Porque hay dos Ayax en la mitología griega, de familias no emparentadas. Ayax Telamonio es hijo de Telamón y Peribea (o Eribea, según) y es llamado “el grande” para distinguirlo del otro Ayax, el hijo de Oileo.
—¿Y por qué relacionás a Neville con el hijo de Ayax?
—Porque el padre de Neville podría ser Ayax Telamonio, el padre de Eurisaces, un niño que aparece en la pieza Ayax de Sófocles. ¿Cuenta algo en particular Rowling acerca de los padres de Neville?
—Sí, dice que fueron torturados hasta la locura…
—¡Bingo! En Sófocles la locura atormenta al padre de Eurisaces…
—¿A ver? ¿Lo tenés?
    Le leo:
—“Ayax sucumbe a un mal sin límite: la divina locura lo domina (...) ahora cayó bajo la pesadumbre del destino y ha sido arrebatado en sus delirios (...) sufre él perdido el juicio y un doliente alarido (...) El de tan noble alcurnia por la paterna línea, de la progenie aquea, él de tan grandes hechos, hoy abatido por la locura insana que su mente extravía! ¡Padre infeliz: qué mal se te reserva saber de tu hijo!”.

Y así, casi todos los días durante ocho años… ¡De otra forma jamás habría podido advertir que en la adolescencia Patroclo vivió en la casa de Aquiles igual que Sirius en la casa de James… O que Aquiles y Deidamia, igual que los padres de Harry: James y Lily, viven con su bebé en un escondite!… O que Pirro es llevado a Troya por Odiseo como Harry a Hogwarts por Hagrid… O que la diosa Minerva alienta a los griegos en Homero como en la saga la profesora Minerva favorece a los alumnos de Gryffindor… O que para matar al papá de Harry, Voldemort cuenta con la ayuda de Peter, un cobarde, igual que Apolo cuenta con la ayuda de Paris, otro cobarde, para matar al papá de Pirro…       
¡Y son tantas más las coincidencias!...
    Y además, no es cualquier cosa para un lector de este país leer ciertas zonas de la saga: las escenas de tortura, la desaparición de personas, los equipos de desinformadores, la ocultación de la identidad del protagonista… Así que cuando mis hijos eran pequeños y leían apasionados los libros de Harry Potter, yo paré la oreja… ¡Y qué alegría fue para los tres descubrir, como epígrafe del último tomo, un fragmento de la Orestíada! (Continuará)

Karina Bonifatti
Buenos Aires, EdM, octubre 2014

Karina Bonifatti ha publicado también los libros José de San Martín (Aguilar, 2013) y Madres de próceres (Ediciones B, 2010), entre otros.

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Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...