Dice en feis Osvaldo Bossi
La mujer araña
Cada vez que leo El beso de la mujer araña, me caigo adentro de un espejo. Pero no cualquier espejo, sino un espejo original, el primero. Ya sé que corrió mucha agua bajo el puente desde que Puig escribió esa novela. Aun así hay algo, en el fondo, que sigue intacto. Algo que me da alegría y, al mismo tiempo, me asusta. No sé cómo explicarlo. Cuando Molina, por ejemplo, acaricia en su frente un lunar que no tiene porque es el lunar de Valentín, y no el suyo, y se pierde, y no sabe quién es ni donde está, y de pronto dice: ”Me pareció que yo no estaba, que estabas vos solo… O que yo no era yo. Que ahora yo… eras vos”. Por un segundo cada palabra resuena con la claridad de un enigma resuelto. Y un minuto después, todo se oscurece. Ya sé que no tiene nada de extraño. Que a todo el mundo le pasa, cuando se enamora. Pero Molina… No sé, con toda esa abnegación, todo ese sacrificio… Vale la pena? Hace falta tanto? Si viviéramos en otro mundo, seguramente no. Pero en éste mundo (que es tan hermoso y es tan injusto, todavía) parece que sí.
Osvaldo
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