Él, que se queja de que "conmigo no se puede hablar", jamás pone en palabras su aceptación, su comprensión de mis argumentos, su arrepentimiento ¿quizás?
Ayer me mandó a cagar y a la concha de mi madre. Hoy está mansito mansito, me dice má esto y má lo otro y hasta junta los soretes del perro.
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