"Nunca pude saber, ni entonces ni después, la edad de Ana María Bernal: sólo supe que su edad dependía de la dicha o de la desventura que le traía cada momento. En un mismo día podía ser joven y envejecer con elegancia, como si la vejez o la juventud fueran para ella frivolidades, meras vestiduras intercambiables, de acuerdo a las necesidades del momento."
Silvina Ocampo. "El Diario de Porfiria Bernal"
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