:: COLABORACIONES ::
Lo que nunca se pierde
21-07-2014 |
Una lectura de La esperanza es una niña que vende fruta, escrito e ilustrado por Amrita Das (Libros del Zorro Rojo).
Por Coni Salgado.
Las mujeres del mundo estamos unidas por una fortaleza especial. Tal vez sea ese mismo empuje que nos transmiten desde el parto, y nos hace indestructibles en la adversidad.
Las diferentes culturas universales otorgan a la mujer un valor y un espacio diferentes según su orígen. Algunas mujeres podemos desarrollarnos profesionalmente, formar familias, hacer deportes, salir con amigas y amar con sentimiento. En otras culturas, la vida de la mujer se presenta sacrificada y difícil, y aun así, en el espacio de luz que entra por el velo que cubre sus ojos, las mujeres logran ver, sentir y situarse frente a la verdad de su esencia.
Por ejemplo, en las comunidades rurales de Bihar, en la India, las mujeres practican el arte popular de Mithila, diseños y símbolos chamánicos se pintan sobre las paredes y los techos de las casas aldeanas para festejar bodas y festividades religiosas.
Por ejemplo, en las comunidades rurales de Bihar, en la India, las mujeres practican el arte popular de Mithila, diseños y símbolos chamánicos se pintan sobre las paredes y los techos de las casas aldeanas para festejar bodas y festividades religiosas.
La autora Amrita Das representa este arte en el libro La esperanza es una niña que vende fruta, un libro que narra una experiencia personal en la que la escritora e ilustradora viaja a Chennai para asistir a un taller de creación de libros. Durante el viaje y a través del relato evoca su infancia y varias niñas que podrían ser ella se cruzan en diferentes situaciones del camino.
La vida de las niñas
es dura, en especial
si tienes la desgracia
de ser pobre. Termina,
incluso, antes de empezar.
Ilustraciones diferentes a lo común y de extrema belleza acompañan el texto. Se puede apreciar la impronta de la cultura en los colores fabricados con pigmentos naturales, leche de soja, fimo de vaca o polvo de arroz. Un paraíso visual de vegetación y color.
Las niñas trabajadoras del relato sumergen a la autora en una profunda reflexión sobre la presión de la cultura y la valoración de la sociedad sobre ellas.
Los deseos están
prohibidos. El corazón
no debe viajar.
Tampoco tú misma.
Nunca permitirán
que olvides que naciste
niña, no niño.
Libertad.
¿Qué significa esta
palabra para nosotras?
¿Ir a la escuela, aprender?
¿Y después que sigue?
¿El matrimonio?
¿Casarte te hace libre?
El final del libro convoca a un abrazo que atraviesa todos los lenguajes y fronteras.
En la niña que vende fruta, la escritora Amrita Das vislumbra aquello que nos une universalmente: la esperanza.
Tomado del blog de Eterna Cadencia
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