"Cuando la conversación cayó en un pozo de silencio, él le dijo vení, sentate acá. Y ella fue. Se sentó. Abrazame. Y ella lo abrazó, sus cuerpos duros, en tensión. Besame. Y ella ofreció los labios, cerrados. Labios que fueron abriéndose para dejar paso a una lengua pequeña y movediza; las salivas se mezclaron, los cuerpos perdieron rigidez, fueron conociéndose con las manos, con los ojos, fueron desnudándose casi sin darse cuenta, tímidos, y al verse completamente desnudos se metieron debajo de las sábanas y probaron un primer acercamiento de los sexos y luego un segundo acercamiento hasta que pudieron quedarse quietos, uno adentro del otro, conteniendo él lo incontenible y sintiendo ella que no llegaría la explosión de placer en el pecho.
Luego se vistieron, sin mirarse, y salieron a la calle apretados de la mano, sin saber qué pasaría después, hasta dónde podrían llegar con eso que había comenzado."
Ariel Bermani. Leer y escribir. Interzona.
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