4 Poemas y un prefacio de Margaret Cavendish
“ Si es deseable que tejamos, ¿por qué no escribir poesía que es tejer con el cerebro? “
M. Cavendish
The weight of Atoms
If atoms are as small, as small can be
ttthey must in quantity of Matter all agree:
And if consisting Matter of the same (be right)
then every atom must weight just alike.
Thus Quantity, Quality and Weight, all
Together meets in every Atom small.
El peso de los átomos
Si los Átomos son tan pequeños, como puede ser lo pequeño,
deben coincidir todos en la cantidad de Materia:
Y si la materia de que están hechos es la misma (y la justa)
entonces cada Átomo debe pesar igual.
Así, cantidad, calidad y peso, todo
se cumple en cada pequeño Atomo.
De Poems and Fancies (1653)
World made by atomes
Small Atomes of themselves a World may make,
as being subtle, and of every shape:
And as they dance about, fit places finde,
such Formes as best agree, make every kinde.
For when we build a house of Bricke, and Stone,
we lay them even, every one by one:
And when we finde a gap that’s big, or small,
we seeke out Stones, to fit that place withall.
For when not fit, too big, or little be,
they fall away, and cannot stay we see.
So Atomes, as they dance, finde places fit,
they there remaine, lye close, and fast will sticke.
Those that unfit, the rest that rove about,
do never leave, untill they thrust them out.
Thus by their severall Motions, and their Formes,
as severall work-men serve each others turnes.
And thus, by chance, may a New World create:
Or else predestined to worke my Fate.
Un mundo hecho de átomos
Diminutos átomos pueden crear un mundo,
pues son sutiles y adoptan cualquier forma;
y mientras danzan encuentran el espacio adecuado,
bien colocados sus formas se convierten en todo.
Porque cuando construimos una casa de ladrillo y piedra,
los alineamos, uno por uno:
pero si hallamos un hueco, ya sea grande o pequeño,
buscamos piedras con las que rellenarlo.
Si no son adecuadas, por demasiado grandes o pequeñas,
veremos que se desmoronan, que no se mantienen.
Mientras deambulan, los átomos encajan en el espacio,
permanecen allí, se aproximan y rápido se unen.
Los que no encajan, los que vagan errantes,
no quieren alejarse, hasta que los empujan.
Así pues, por sus movimientos y sus formas ,
como si fueran obreros cumplen con su tarea.
Y por azar, pueden crear un Mundo Nuevo,
o estar predestinados a trazar mi destino.
De Poems and Fancies (1653)
Por Margaret Cavendish, duquesa de Newcastle
Echa un vistazo a esta figura.
Pero, como si por casualidad fuera,
no fijes tus ojos, pararlos no debes,
pues, como durante el día las sombras,
sólo representa más su belleza
encontrada tras la destreza
del mejor pintor para
abarcar esas adorables líneas de su cara.
Mira la pintura de su alma, su juicio e intelecto;
después lee estas líneas. Las ha escrito
con el lápiz de la imaginación sólo dibujadas
con piezas, pero que con justicia puede poseerlas.
(versos del frontispicio de la obra,The Description of a New World, Called The Blazing-World, que puede verse en la imagen siguiente)
A la duquesa de Newcastle, sobre su nuevo Mundo Resplandeciente.
Nuestro viejo mundo, con todas sus habilidades y artes,
sólo podía dividir el mundo en tres partes.
Colón, por la navegación afamado,
nombró América a su nuevo mundo hallado.
Pero este nuevo mundo se ha descubierto, no fue construido;
mientras yacía en la sombra del tiempo fue sólo encontrado.
Entonces ¿quién eres tú para construir todo un mundo
o una porción sin ningún caos haber encontrado?
Tu imaginación creadora ha logrado
de la nada, con tu mero intelecto, crear todo un mundo.
Tu Mundo Resplandeciente, por encima de lo estelar,
con un fuego celestial todo logra iluminar.
William de Newcastle
Prefacio. Al lector
Si usted se pregunta por qué he unido una obra fruto de la imaginación a mis serias Observaciones filosóficas, piense que no es un menosprecio a la filosofía o una opinión fuera de lugar, como si este noble estudio no fuera más que una ficción de la mente. Es decir, aunque los filósofos pueden errar en la búsqueda e indagación de las causas de los efectos naturales y muchas veces abracen falsedades por verdades, esto no prueba que la base de la filosofía sea mera ficción, sino que los errores proceden de los diferentes movimientos de la razón. Estos movimientos causan distintas opiniones en diversas partes, y en algunos son más regulares que en otros por ser la razón divisible, pues lo material no se puede mover en todas partes de la misma manera. Y, ya que solo existe una verdad en la naturaleza, todos aquellos que no llegan a la verdad yerran, algunos más y otros menos. Por esto algunos pueden llegar más cerca de la meta que otros, lo que pueda hacer parecer su opinión más probable y racional que la de otros, aunque, en la medida en que se desvían de esta única verdad, están errados. Sin embargo, todos basan sus opiniones en la razón, esto es, en las probabilidades racionales. O al menos ellos lo creen así. Pero las ficciones son un tema de la imaginación de los hombres, enmarcadas en sus propias mentes, acordes con sus deseos, sin tener en cuenta si la cosa que imaginan existe o no existe sin sus mentes. Por esta razón buscan en la profundidad de la naturaleza y después persiguen las verdaderas causas de los efectos naturales. Pero la imaginación crea por sí misma todo lo que le place y deleita con su propia obra. El objetivo de la razón es la verdad; el objetivo de la imaginación es la ficción. Pero no me malinterpretes cuando distingo entre imaginación y razón. No quiero decir que la imaginación no sea creada por las partes racionales de la materia, sino que por razón entiendo una búsqueda e indagación racional de las causas de los efectos naturales,
y por imaginación, una creación o producción voluntaria de la mente; siendo ambas cosas efectos, o más bien acciones, de la parte racional de la materia. Por lo tanto, la razón es un estudio más provechoso y útil y también más difícil y laborioso, y a veces requiere la ayuda de la imaginación para recrear la mente y distraerla de sus más serias observaciones. Por esta razón he añadido esta pieza fruto de mi imaginación a mis Observaciones filosóficas y las he unido como dos mundos por el extremo de sus polos. Lo he hecho tanto por mi propio deseo de distraer mis pensamientos estudiosos que empleo para la contemplación como para deleitar al lector con variedad, lo que siempre es placentero. Pero, para que mi fantasía no se alejase demasiado, elegí tal ficción para hacer más agradable el tema que traté en la primera parte. Es la descripción de un nuevo mundo, no como el de Luciano ni el mundo del hombre francés en la Luna, sino un mundo de mi propia creación, al que he nombrado Mundo Resplandeciente. La primera parte es romántica, la segunda filosófica y la tercera es meramente imaginada, o (si así puedo llamarla) fantástica.
Si esta obra otorga algún tipo de satisfacción puedo considerarme a mí misma una feliz creadora. Si no, deberé vivir una vida melancólica en mi propio mundo. No puedo llamarle un mundo pobre, si la pobreza es solo deseo de oro, plata y joyas, pues en él hay más oro que todo el que los químicos han creado (realmente así lo pienso) o serán capaces de crear. Por lo que se refiere a las piedras de diamantes, deseo con toda mi alma que se repartan entre mis nobles amigas, y con esta condición de buen grado renuncio a mi parte. Por lo que se refiere al oro, solo necesito el suficiente para reparar las pérdidas de mi noble señor y esposo, pues no soy codiciosa pero sí tan ambiciosa como haya podido ser o pueda ser cualquiera de mi mismo sexo. Por esta razón, aunque no pueda ser ni
Enrique V ni Carlos II, me esfuerzo en ser Margaret I. Y, aunque ni tengo poder ni ocasión para conquistar el mundo como lo hicieron Alejandro y César, y tampoco puedo ser dueña de uno, pues ni la Fortuna ni el Destino me lo darían, he creado un mundo por mí misma, por lo que nadie, espero, podrá culparme, al tener cada cual el poder de hacer lo que desee.
Prefacio. A todas las nobles y dignas damas
La presente Descripción de un Nuevo Mundo se escribió como un apéndice a mis Observaciones sobre Filosofía Experimental y, teniendo cierta similitud y coherencia una con la otra, fueron unidas ambas como dos mundos distintos, por sus dos polos. Pero, ya que a la mayoría de las mujeres no les placen los argumentos filosóficos, he separado algunas de las observaciones citadas y así estas están aparte por sí mismas, por lo que debo expresar mis respetos presentándoles tales imaginaciones como si fueran mis contemplaciones. La primera parte es romántica; la segunda, filosófica; y la tercera es puramente imaginada, o (si así puedo llamarlo), fantástica.
Y si (las nobles damas) tienen la oportunidad de gozar con la lectura de estas fantasías, podría considerarme a mí misma una feliz creadora. Si no, debo recluirme para vivir una vida melancólica en mi propio mundo, que no puedo decir que sea un mundo pobre, si la pobreza es solamente falta de oro y joyas. En mi mundo hay más oro del que todos los químicos jamás hayan creado o, (como pienso) nunca serán capaces de crear. Por lo que respecta a las piedras de diamantes, deseo, con toda mi alma, que se repartan entre mis nobles amigas, y con esta condición de buen grado renuncio a mi parte. Por lo que se refiere al oro, solo necesito el suficiente para reparar las pérdidas
de mi noble señor y esposo, pues no soy codiciosa pero sí tan ambiciosa como haya podido ser o pueda ser cualquiera de mi mismo sexo. Por esta razón, aunque no pueda ser ni Enrique V ni Carlos II, me esfuerzo en ser Margaret I. Y, aunque ni tengo poder ni ocasión para conquistar el mundo como lo hicieron Alejandro y César, y tampoco puedo ser dueña de uno, pues ni la Fortuna ni el Destino me lo darían, he creado un mundo por mí misma. Y así permanezco creyendo o al menos esperando que ninguna criatura pueda o pudiera poder envidiarme por este mundo mío.
Nobles damas, su humilde servidora.
Prefacio de su obra “The Description of a New World, Called The Blazing-World”(1666)
Margaret Cavendish (Colchester, Inglaterra, 1623 -15 de diciembre de 1673), duquesa de Newcastle, fue una aristócrata inglesa y prolífica escritora, poeta, novelista, filósofa y científica.
Se la conoce a veces como Mad Madge –La loca Madge; Madge es una forma familiar de Margaret– por sus excentricidades, en opinión sus contemporáneos, que no estaban acostumbrados a una mujer que se atrevía a pensar, escribir y desafiar las normas .
Era la hija menor de Thomas y Elizabeth Lucas, una familia adinerada, pero desprovista de títulos. Fue educada con tutores privados en disciplinas como matemáticas, historia, filosofía o lenguas clásicas, y fue una ávida lectora.
Aunque no podía hacerlo en público, mantenía conversaciones intelectuales en privado con su hermano John, estudiante de leyes, filosofía y ciencias naturales, y conocedor de varios idiomas.
En 1642 fue a vivir con su hermana a Oxford, lugar en el que residía la corte real. Se convirtió en dama de honor de la reina Enriqueta María de Francia (esposa del rey Carlos I de Inglaterra), a la que acompañó al exilio en 1644, viviendo cierto tiempo en la corte de Luis XIV.
En París conoció a su futuro esposo, William Cavendish (1592-1676), Marqués –más tarde Duque– de Newcastle, con el que se casó a finales de 1645: fue su segunda esposa. Según cuenta Virginia Wolf en un texto dedicado a Margaret : “Para asombro de todos el principesco noble, quien había guiado las fuerzas del rey hacia el desastre con indomable coraje pero con poca habilidad, se enamoró de la tímida, silenciosa y extrañamente vestida, dama de compañía”. De ahí siguió una correspondencia, donde se nota una afinidad y un entendimiento que sólo podía desembocar en un matrimonio. Esta afinidad se basaba en que al noble también le interesaba la poesía, la música, la filosofía y el teatro, por lo que después de un tiempo se casaron y, cuando pudieron volver de sus respectivos exilios con la Restauración monárquica, “vivieron juntos en lo más recóndito de la campiña [Welbeck], en el más grande aislamiento y en completa satisfacción, bosquejando obras, escribiendo poemas y tratados de filosofía, recibiendo el trabajo de cada uno con gran alegría y placer”.
Probablemente, algunos de los escritos de Margaret fueron publicados gracias a las influencias de su marido, teniendo en cuenta que en esa época no era aceptado que una mujer, y menos condesa, publicase. Además, su matrimonio le permitió asistir a los encuentros del Círculo de Cavendish, que su marido organizaba en los años 1640: allí pudo conocer a filósofos y científicos como Thomas Hobbes (1588-1679), René Descartes (1596–1650), Marin Mersenne (1588-1648), Pierre Gassendi (1592-1655) o Kenelm Digby (1603-1665), aunque no llegó a intercambiar correspondencia con ellos.
Margaret Cavendish viajó a Inglaterra junto a su cuñado en 1651 para negociar la venta de las tierras de su marido y rápidamente se fraguó una reputación por su extravagancia en el vestir y su excentricidad. Un año después comenzó a escribir sus propios trabajos sobre filosofía natural (o cosmología, nombre que se le dio hasta el siglo XIX a la ciencia que hoy conocemos como física) y publicó los libros de poemas Poems and Fancies y Philosophical Fancies. Tras año y medio en Inglaterra, Margaret regresó junto a su marido, con el que volvió a su país tras su exilio en 1660 cuando la monarquía fue restaurada.
Margaret Cavendish participó en discusiones sobre la materia, el movimiento, la existencia del vacío, la percepción y el conocimiento. Sus aportaciones más notables son sus escritos, que incluyen poemas, obras de teatro, críticas literarias, cartas y ensayos sobre filosofía natural y ciencia. Ella se refería a sus manuscritos como cuerpos de papel.
Una de sus obras más famosas es “The Description of a New World, Called The Blazing-World” una novela en la que describe un reino utópico en otro mundo al que se puede llegar a través del Polo Norte. Es la única obra de ficción escrita por una mujer en el siglo XVII, así como uno de los primeros ejemplos de lo que ahora consideramos ciencia ficción. En ella se relata la historia de una mujer que viaja a través del Polo Norte, adentrándose en un extraño mundo y se convierte en la emperatriz de una sociedad compuesta por varias especies animales que tienen la capacidad de hablar.
Esta novela se publicó en 1666 acompañando su obra Observations upon Experimental Philosophy y se publicó de nuevo en 1668. La primera obra de ficción utópica rubricada por una mujer en Europa.
Margaret Cavendish vivió y escribió en plena revolución mecanicista del siglo XVII, aunque muchos de sus puntos de vista –concepción de la materia, naturaleza de la explicación científica e inteligibilidad de lo divino– parecen casi contemporáneas. Fue la primera mujer en ser recibida en la Royal Society: consiguió asistir a una sesión de experimentos del científico Robert Boyle (1627–1691) en 1667.
Sus escritos de filosofía –y filosofía natural, es decir, física– incluyen Philosophical and Physical Opinions (1656),en el que razonaba cómo, si los átomos eran materia viva, deberían tener libre albedrío y libertad, y por lo tanto serían incapaces de cooperar en la creación de organismos complejos. Orations of Divers Sorts, Philosophical Letters (1664), Observations Upon Experimental Philosophy (1666) Grounds of Natural Philosophy (1668) y The Life of William Cavendish (la biografía de su marido).
Margaret Cavendish, también es una de las primeras comentaristas de Shakespeare menos conocidas; sin embargo, su «Sociable Letter» sobre Shakespeare, publicada en 1664, es «el primer ensayo crítico publicado sobre Shakespeare”. En dicho escrito la autora muestra que ella conoce bien muchas de las obras de Shakespeare. En la carta, defiende las obras de Shakespeare de la acusación de que «fueron compuestas únicamente por payasos, tontos, vigilantes y similares». Ella comenta : «Shakespeare no quería ingenio, para expresar la vida de todo tipo de personas, de cualquier calidad, profesión, grado, crianza o nacimiento».
Falleció el 15 de diciembre de 1673, con tan solo 50 años y dejando un legado de 23 libros.
Su esposo William reunió y publicó sus escritos en « Letters and Poems in Honour of the Incomparable Princess, Margaret, Duchess of Newcastle» (Cartas y poemas en honor de la incomparable princesa Margarita, duquesa de Newcastle).
El duque de Newcastle, aquejado de la enfermedad de Parkinson, moriría 3 años después que su esposa, en 1676, a la edad de 84 años.
Margaret decía que la razón de sus trabajos se encontraba en que “todas las acciones heroicas” y “empleos públicos” eran denegados a las mujeres de su época. Escribió prosa, teatro y poesía sobre la teoría atómica, la filosofía Aristotélica y la teoría de Harvey de la circulación de la sangre. Sus memorias son consideradas como la primera autobiografía no religiosa escrita por una mujer y su figura tuvo una fuerte influencia en la educación de las mujeres ya que finalmente fue reconocida como cosmóloga.
Tal era su prestigio, que Carlos II dispuso que fuera sepultada con honores en la Abadía de Westminster, en Londres, privilegio que se concedía únicamente a los personajes más relevantes del país.
Obra publicada :
- Cavendish, Margaret, Duchess of Newcastle, Poems and Fancies (1653)
- Cavendish, Margaret, Duchess of Newcastle, The World’s Olio (1655)
- Cavendish, Margaret, Duchess of Newcastle, Philosophical and Physical Opinions (1655)
- Cavendish, Margaret, Duchess of Newcastle, A True Relation of the birth, breeding and life of Margaret Cavendish (1656)
- Cavendish, Margaret, Duchess of Newcastle, Nature’s Pictures (1656)
- Cavendish, Margaret, Duchess of Newcastle, Love’s Adventures (1662)
- Cavendish, Margaret, Duchess of Newcastle, Plays (1662)
- Cavendish, Margaret, Duchess of Newcastle, Orations of divers sorts (1662)
- Cavendish, Margaret, Duchess of Newcastle, CCXI socialble Letters (1664)
- Cavendish, Margaret, Duchess of Newcastle, Philosphical Letters (1664)
- Cavendish, Margaret, Duchess of Newcastle, Observations on Experimental Philosophy (1666)
- Cavendish, Margaret, Duchess of Newcastle, Grounds of Natural Philosophy (1668)
- Cavendish, Margaret, Duchess of Newcastle, Plays Never before Printed (1668)
- Cavendish, Margaret, Duchess of Newcastle, The Life of William Cavendish, Duke of Newcastle, ed. by C.H. Firth (London, 1906)
- Cavendish, Margaret, Duchess of Newcastle, Political Writings, ed. by Susan James (Cambridge, 2003)
- Cavendish, Margaret, Duchess of Newcastle, The blazing world and other writings, ed. by Kate Lilley (London, 1994)
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